[...] escritorio y allí se sentó, así podía comenzar a trabajar en su documentación siendo vigilado por su supervisora.

— Lo peor que podría suceder, es que se distancien aún más porque alguna de las dos necesita tiempo. Y si es así, deberías estar ahí para hacerle saber que puede contar contigo. Como Maestra Intendente, pero especialmente como su hermana.

[...] uno de los informes, fuese suficiente para encontrar la raíz de los problemas que, en parte, Jean no podía ver por el amor y la preocupación que tenía hacia su hermana.

— Tal vez, si quieres acercarte a ella, podrías comenzar dándole un obsequio. Algo que ella quiera, que le guste y que, incluso, pueda servirles para iniciar una conversación e irse soltando poco a poco y suavemente. No tienes que ahogarte en medio vaso de vino para encontrar una solución, Jean. —Allí detuvo sus pasos y la miró, fijamente, con su único ojo. Cruzó los brazos y mostró una sonrisa animada antes de soltar una pequeña risa animada.— La única forma de saber si tu cercanía le causa incomodidad, es preguntándole, y para eso lo primero que debes hacer es acercarte. A pesar de todo, sigues siendo su hermana mayor, Jean, vence tu miedo y actúa como tal para aclarar las cosas. —Finalmente, se encaminó hasta una de las sillas que tomó para acercarla a un costado del [...]

Pero, la situación que Jean y Barbara vivían, era totalmente diferente a la de ellos. Solo era una sensación similar.

— No le contaría a nadie de tu secreto, ¿por quién me estás tomando? Si hay alguien que sabe guardar muy bien un secreto, ese soy yo. —Habló con orgullo, con seguridad y mantuvo la postura recta mientras se vanagloriaba a sí mismo por tan simple y valiosa acción.— Pero volviendo a tu pequeño problema, puede ser que ella esté pasando por la misma situación que tú. La presión que la iglesia ejerce sobre ella como Diaconisa, la presión de ser un Idol adorada por todos y el hecho de que su hermana sea probablemente el ejemplo a seguir de todos los novatos y aspirantes a caballero, puede dar como resultado una absurda preocupación de no hacer algo que te moleste, que te perjudique o que sea tonto.

Mientras hablaba, se levantó del asiento y comenzó a caminar de un lado al otro delante del sofá, como si ello, más el hecho de estar [...]

[...] que se encargue del trabajo sucio? —Fue mordaz, no porque se sintiera inseguro de que su secreto fuese expuesto en algún momento o porque creyera que realmente Jean desconfiaba de él, sino por mera diversión de sacar, a momentos, de su zona de confort a la maestra intendente y, por primera vez, tener una conversación más relajada y personal que llena de reproches y regaños.

Regresó temporalmente la mirada a los papeles que siguió separando y agrupando según sus características. Estaba seguro de que algo sucedía con Jean, quizás algún tema con su madre, la presión de siempre, algún problema que sucedía dentro o fuera de Mondstadt, y aunque parecía renuente de querer contarle, era tan obvio a la vez que no iba a darse fácilmente por vencido.

Era una situación similar la que vivía, desde unos años atrás, con Diluc. Siempre había tensión, incomodidad y una lucha constante por tratar de que las palabras de uno fuesen lo bastante filosas para lastimar al otro.

[...] Por un simple papel que rondando las calles de la plaza.

— Solo asegúrate de no dejarte llevar por tus emociones. La próxima vez podría no ser yo a quien le hablas tan golpeado. Quizás aprendiste algo más de Diluc al pasar tanto tiempo con él. —Intentó excusarla de forma tonta, aunque bien podía ser la misma naturaleza de Jean, algo en esa actitud le recordaba recordaba Diluc y sus fastidiosas excusas para echarlo de la taberna cuando estaba algo ebrio.

Kaeya dirigió su mirada a Jean cuando la escuchó y una mueca de desacuerdo mezclado con desagrado se mostró en su boca. No estaba nada satisfecho con la idea de que otros, además del pelirrojo, fuesen capaces de poner a prueba su confianza. Todos en Mondstadt amaban a su Capitán de Caballería y confiaban en él, ¿quién tendría motivos para sospechar de él?

— ¿Lo haces por el tiempo que compartimos en la academia de caballeros, por amistad o porque no tienes a nadie más [...]

No le interesaban las disculpas, siquiera podían importarle así viniera de Jean. Sabía que eran honestas y sinceras, pero no era como si hablarle sin suavidad fuese a aceptarlo, después de todo, su principal razón de hacerle ver su error era, en parte, fastidiarla y corregirla. Alguien que conocía muy bien las actitudes que podrían serlo nefastas a los demás, porque eran generalmente las suyas, podía aconsejarle con mayor soltura y precisión.

Mientras la escuchaba, centró su atención en los documentos. Si algo le gustaba de revisar reportes ajenos, era saber más. Podía seguir pistas, hilos y pensar en más posibilidades de algunos de los ataques de la Orden del Abismo que atendían, el patrón que seguían los hilichurls al formar sus campamentos cerca de las poblaciones o, simplemente, asegurarse de ir a una de las tabernas cercanas de esos puntos donde se habían visto cazadores y ladrones de tesoros cerca. Podía conocer más de sus enemigos, de sus aliados y de su ciudad [...]

Es fácil de descifrar su comportamiento y hay algo que le molesta o le incomoda tanto para hacerle salir de control aun por mucho estrés encima de los hombros nunca trata a nadie de forma descortés siendo el pobre de Kaeya quien fuese con quien exploto un poco.

— No es nada, estaré bien.

Mas mencionar que puede hablar con el al grado de contarle todo hizo alzara la mirada dejando la pluma de tinta aun lado, sin saber si hablarlo o continuar cargando todo como siempre, pero era necesario.

— Es sobre Barbara, siempre que intento acercarme a ella existe esa tensión entre nosotras como si le incomodara mi presencia… no le digas a nadie por favor.

Le vio de mala gana hacerlo, el lenguaje corporal del mismo expresa indignación, molestia por como lo esta tratando desde un inicio, tiene su orgullo y al parecer lo había herido un poco en esto, la tensión puede percibirse en el ambiente.
Sin embargo, tampoco sabe cuándo callarse que sacar y echarle en cara desconfiar de el junto a dejarse llevar por opiniones de terceros detuvieron el escribir de la rubia sobre las hojas para fijar la mirada en el.

— Si me dejara llevar por opiniones terceras tal como lo insinúas no hubiera confiado en ti desde un principio mas lo hago, estos documentos son importantes y si te lo encargo es por que se tienes la capacidad para completarlo de manera satisfactoria no confundas las cosas.

Esta mas calmada ahora, retomo en continuar con los demás documentos a revisar esto es el pan de cada día, pilas y pilas de hojas no importa que pase si sea día calmado o ajetreado aparecerán por arte de magia.

— Solo estoy pidiendo que hagas lo que te toca.

Todos tiene un talón de Aquiles el del peliazul es no tener mucha paciencia con los papeleos y correcciones que deben realizarse debido a la gran perdida de tiempo que toma cada revisión por ello siempre batallaba para que logre hacerlos.

—Kaeya, agradezco siempre tu ayuda y lo mucho que te esfuerzas lamento lo sucedido.

Volvió a disculparse sabe reconocer sus errores, mas no iba a desistir que debe cumplir con sus obligaciones así deba tratarlo como un infante y dejarlo en la oficina pese al sin fin de muecas cargadas de molestia que gesticule, así se lleve toda la vida en ello se los entregara esta noche, confiaba en el por algo le encomienda casos complicados, sus habilidades son una de las mejores y de gran ayuda durante muchas ocasiones.

Recibir los reclamos de Kaeya respecto a su falta de tacto, así como su falta de educación hicieron a Jean llevarse las manos a al rostro para cubrirlo durante unos segundos dejando escapar un gran suspiro de los labios y volver a serenarse, esta perdiendo el control y fue demasiado evidente.

— Me disculpo por eso no quise…

Jean tenia sobre sus hombros mucha presión y estrés alguien que siempre esta en la vista de todo mundo esperando cometa una pequeña equivocación la cual será expuesta a su máximo esplendor, también siempre busca enorgullecer a su madre en todo momento.