Alguien tan recta e intachable como ella tiene derecho a tener gustos que para alguien pueden tornarse ridículos, aunque cargue sobre sus hombros el legado del clan Gunnhildr es una chica como cualquier otra solo que con más deberes y responsabilidades.
Leer en los pocos tiempos libros que tiene alimenta cierta esperanza, esas historias maravillosas donde todos son felices y obtienen lo que quieren, maravillosa ficción. No hay nada mas hermoso al amor puro y verdadero hasta volver a la realidad por eso es ficción. — Si tan solo yo pudiera… Sacudió la cabeza un poco posteriormen
— Un título bastante interesante si me lo pregunta. — Admitió con serenidad una voz cerca de ella, mientras se encontraba en aquel lugar un hombre de cabellos azulados, y traje combinado entre kimono oriental y occidental, sus pasos eran inquietantemente silenciosos, mas quizá esa tarde recordaría quizá la Capitana Provisional, que llegaría una visita que había pedido discreción y no ser anunciada al público general. El muchacho sonrió con suavidad, y asintió con calma, acotando. — He de admitir que he disfrutado de la lectura occidental de un tiempo a acá. — Asintió y dijo así para finalizar. — Debes ser la Caballero del Diente de León, ¿No es así? Tu honor es conocido más allá de Mondstadt.—