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¡Qu-é es lo que te sucede! ¡Yo no quería aprender!
 
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JFs1581139 · 100+, M
Sentía algo, algo cálido y curioso desbordándose como ninguna otra sensación antes experimentada, si le pidieran que le diera un nombre sería incapaz de hacerlo. Sus manos, tan frías como los copos de nieve que él mismo creaba iban dirigiéndose a las redondas mejillas de Merida, atrayéndola en un acto egoísta por volver a tener el calor humano, aunque adverso podía disfrutarlo sintiéndose cobijado por éste incluso en la torpeza de ambos labios. Podía asegurar que por momentos se encendían sus pómulos por igual, dejando de lado el pálido azul que reinaba en toda su piel. Sólo abrió uno de sus párpados para descubrir la única imagen que tendría de la princesa guerrera hecha una ternura. Nadie lo imaginaba, era extraño era poco creíble, tuvo que romper la unión de sus labios para poder darle su toque a esa situación.
— Princesa. No me hago cargo de enamoramiento instantáneo y si continúas no hay retorno. — Por último, le mostró la lengua.
Sus mejillas casi del mismo tono que su cabellera rizada. Era una experiencia totalmente diferente y para nada esperada. Mérida tan libre e independiente, por primera vez sentía que no sería capaz de sostenerse con sus piernas, por impulso, se aferró a sus costados para tener un poco más de estabilidad. Sus párpados finalmente cayeron, amplificando la sensación del roce entre sus labios. Jamás habría pensado que era una mezcla de emociones tan extraña el besar a alguien; los nervios, la emoción y la espectativa de que sería lo próximo que descubriría. Sin pensarlo, impulsada nada más por ese cúmulo de emociones, entreabrió un poco más sus labios, dejando que el aliento gélido de Jack se colara entre ellos. Una sensación tan extraña, lo caliente de su mejillas y los labios congelados de su mejor amigo. Fue una serie de pequeños besos, torpes, tímidos, que poco a poco se fueron tornando más erráticos, mientras se acostumbraba a la intimidad de la situación.
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estado de ánimo y cuerpo. Se sentía realmente suave, pese a la situación tan incomoda en la que estaban, el abrazo y lo inesperado, pero podía sentir su calor, sus mejillas vivas y ardientes, ¿sería bueno probarlo de más?
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— ¡Verte con la manzana! ¡La manzana! ¿Es que no te has visto? — Exclamó sin llegar a replicar, era obvio lo que estaba pasando, aquella situación lo descolocaba de su zona. Que él recordara no había besado, hasta donde sus memorias eran capaces de recordar, pero si había visto miles de ellos e interrumpido aún más.
— Luego hablamos … de eso.. — Entre más rápido fuese el beso, más rápido podría explicarle sobre ¿el beso? Era tarde para echarse atrás y más ahora con la cercanía, sin escape. Y menos aún que su ego había sido tocado y expuesto, eso le ayudó a decidirse.
— Tonta.. —
Fue su última palabra con clara molestia, se inclinó lo suficiente a cómo pudo, entrecerró sus ojos porque él sólo sabía e intuía que así se hacía por mera inercia o algo sin explicación, en menos de unos segundos sus labios congelados se iban uniendo a los cálidos y carnosos de la princesa de Dunbroch, sintiendo por vez primera dicha sensación en su est
— ¿Yo? Tú eres el que me ha pedido mil y un veces que le enseñe —El sonrojo en sus mejillas fue obvio, pero aún así mantuvo el gesto enfurruñado, típico en ella. La verdad era que no había dado ningún beso aún y mucho menos se había planteado el darle a alguien uno hasta ese momento.
— ¿Qué? ¿Ahora que hice mal? —Y es que lejos de ser un abrazo, era lo que pretendía ser una presión, para evitar que escapara y no le enseñara como besar. Su corazón palpitaba a toda velocidad y la sensación de su aliento golpeando sus mejillas que parecían hervir por la sangre acumulada contra ellas fue de las cosas más excitantes que hasta ese momento había vivido. Acercó su rostro, apenas unos milimetros, solo para rozar sus labios mientras articulaba— C O B A R D E ~
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— Si quieres besarme, no tienes que fingir es una lección. —
Chasqueó la lengua entre su pequeña burla, eso para apartar la atención de su agarre que no solo hizo sorprenderlo sintió incomodidad por primera vez, aunque si podía admitir que el tacto cálido de la princesa de Dunbroch era bastante agradable. Sacudió la cabeza dejando de pensar en ello.
— Merida… —
Intento razonar sobre “posición adecuada al abrazar o atraer a alguien” pero sabía que sería imposible.
— ¿Qué te enseñan en tus lecciones de princesa? ¡Esto no puede ser cierto! — Intentó hacerla rabiar primero porque le resultaba bastante graciosa cuando se sacudía y maldecía todo. Sin mas tomo sus mejillas redondas y en el existente mínimo espacio que aún tenían se detuvo. Sintiendo como su helado aliento salía a congelar los labios de la pelirroja antes de siquiera unirlos.
Cedió finalmente, tomando la manzana y apartandola. Sus manos formaron jarras a los costados de su cintura y sin más, le miró con el entrecejo fruncido y una mueca en los labios— ¡Bien! ¡Vamos, Jack! Enseñame como besar, oh gran maestro
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— ¡Era una broma! ¡Y es besar no golpearme con la manzana! —
Replicó sintiendo el empuje de la pelirroja sobre la manzana, se movió pero sólo consiguió machucarse y darle una mordida.
— Esto es ridículo, ¿cómo se supone que aprendas con un objeto tieso? ¡Ni que los labios fueran así! Hasta puedo enseñarte yo mismo. —
— ¡Me dijiste que querías que te enseñara! —Empujó la manzana contra su boca una vez más, con las mejillas infladas por la molestia. — ¡Mueve tus labios, Jack! Como si quisieras de verdad besar a la manzana.

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