—Tú lo has dicho, cariño, tú lo has dicho. —Gesticuló un leve ademán con el rostro como si con ello estuviese dándole la razón, porque así lo era de cualquier forma. Finalmente sus manos se desocuparon tras colocarle el la gabardina en la espalda, y pasó a mantenerse lo más cerca posible. Acto seguido, su brazo derecho se alza con la intención de rodear el cuello femenino, de un hombro a otro sin reparo, y finalmente apegarle de nueva cuenta contra su torso.

A una sola maga, suena mejor.

— Observó cada movimiento que él hacía hasta que tuvo encima la gabardina, estaba impregnada con el olor de John, más la mezcla de cigarrillos, tan característico de él. Tomó mejor la prenda, al estar sobre su costado, acomodándose muy cerca de él, con lo sucedido, el frío ya no traspasaba hacia la hechicera. —

Mucho mejor, gracias John.

Sus labios mostraron una sonrisa que no sólo subía el ego del hombre, sino también sus ojos que no desviaron la vista bajo ninguna razón, no quería perderla de vista nunca más. —A una mujer, en realidad. —Ladeó el rostro a medida que alza una ceja en señal de galantería. Al percibir que se acercaba, John no dudó en apartarse un momento para girarse unos segundos, pues al costado tenía su gabardina. Tomándola con ambas manos y extendiéndola en el aire, Constantine llevó la prenda a la espalda de la hechicera una vez se volvió a girar en su dirección, arropándola en el proceso desde los hombros hasta donde la tela pudiese alcanzar. Finalmente estiró el brazo derecho para abrazarle de costado, apegarla a su torso y disfrutar de la velada a su lado. —¿Mejor?

— Rozaba los labios con los contrarios, en un movimiento muy suave y pausado, mostrándole que había extrañado el sentirle tan cerca. Dejo el vaso a un lado, reservándolo por si apetecían café más tarde.

Por un momento había olvidado el lugar en el que estaban por lo que a la primera ráfaga de aire hizo que la maga sintiera el suficiente frío como para apegarse más al cálido cuerpo de John. — Si que sabes como conquistar a una mujer, ¿cierto? — Una sonrisa se asomó por las comisuras, estaba disfrutando de aquel momento —

Su pecho se hinchó por un instante como si estuviese conteniendo un gran suspiro, y así fue al momento de exhalar su aliento durante el último roce de sus labios con los de la hechicera. No se separó más de lo necesario, pues al momento de abrir sus ojos y ser ella lo primero que estos observaban, la sonrisilla en sus labios se ablandó paulatinamente y de manera afable. —Y sigues siendo mi sabor favorito. —Ladea el rostro al no poder contener una galante carcajada que pronto desaparece ni bien fue emitida, como si nada tuviese el poder de arruinar el momento, siquiera el ser más inoportuno. —Café y cigarrillos, ¿quién lo imaginaría?

— Cada movimiento que propiciaba en aquel beso era como si una corriente eléctrica recorriera el cuerpo de la hechicera, nadie dudaba del amor que le tenía al exorcista desde ya hace bastante tiempo, pero tantos altibajos que habían sucedido tanto en la relación como en cada una de sus vidas personales había sido detonantes para que cada quien siguiera su camino. Pero justo en ese momento, mientras sus labios se movían en una perfecta sincronía, se sentía como si todo aquello hubiera quedado en el pasado,
Después de unos cuantos segundos más se separó apenas unos milímetros, así cortando el beso con suavidad. — Fue como lo recordaba. — Permaneció cerca de él, el aliento de Zatanna rozando sobre sus labios. —

El movimiento fue sutil de inicio, casi un beso que intentaba ser pudoroso, pero se trataba de John Constantine. Nadie en su santo juicio creería que él fuese siquiera a tener una pizca de lo que muchos llaman "pudor". Sonreía durante el beso y no en señal triunfante, sino por la sensación que evoca a su mente; los recuerdos, las memorias que invaden sus pensamientos tanto por la mezcla tan peculiar como familiar de sabores, y por supuesto, los labios de Zee. Amplía sus labios lo suficiente para apresar el inferior opuesto y soltarlo con delicadeza. Tiró la coletilla de cigarro usando su dedo medio, pues sus intenciones fueron las de llevar su mano hasta el mentón de la hechicera.

Esas palabras fueron suficientes para él, quien había improvisado un acercamiento alrededor de un vaso desechable de café. Típico Constantine. Entrecerró sus ojos, aspiró la fragancia de la hechicera durante la cercanía de aquel par, y finalmente entreabrió sus labios tan sólo para susurrar. —Te daré un show completo. —La perversa picardía del exorcista no se hizo esperar tras ese último comentario, que fue detonante para que sus labios se unificaran a los de su acompañante en un beso que esperaba ser correspondido. Se había olvidado del café, del clima, del cigarrillo que estaba en su mano izquierda y se había consumido por sí solo. ¿A quién le importaba un cigarrillo teniendo a la mujer que le robó más de un suspiro?

— Sentía el cuerpo cada vez más relajado, por alguna razón el estar así con él, la mantenía en paz, aparte de que la noche era bastante fría y su calidez era reconfortante para ella. Sus narices estaban ya rozándose, era algo inevitable lo que iba a suceder después pero aguardo a que él siguiera dando los pasos, la hechicera solo se mantenía quieta, mirando directamente a los ojos de John. — ¿Volverás a hacer un truco de magia? — Susurró, no había motivos para hablar más alto ya que se mantenían a una distancia bastante corta. —