Sabriel, mi querida Sabriel, tan increíble como el lado fresco de la almohada cuando tienes calor en las noches — Jenna observó a la nigromante con un cariño en los ojos reservado solo para aquellos que la habían acompañado desde tiempos inmemorables—, ¿cuándo he controlado a mi demonio interno? Es un buen chiste, estás mejorando debo admitirlo.

Pero tienes mi atención, vamos, ¿a qué biblioteca? ¿Vamos a buscar la bibilioteca perdida de Alejandría? — Como siempre: Bane buscando aventuras.

Hm… creo que puedo ayudarte con eso, pero prométeme que no saldrá tu demonio interno. Vamos a la biblioteca.

Ya quisiera de esos que distorsionen la realidad, no me vendría mal uno de esos. Como sea, no te culpo.

Capaz lo habría hecho antes, pero estoy practicando eso que se llama «ni siquiera es para tanto». No está tan mal, ¿eh?

El yoga puede ayudarte en las visiones, pero los tecitos que te tomas las distorsionan. (?)

Ay, Sabriel, no me quieras tomar el rulo (?). Últimamente he tenido más visiones, creo que es por el yoga, super recomendado. Pasa de que Myrcella notaba miradas. Eso y que Sebastián tan guardado con sus secretos y penas no era.

N-No sé de qué estás hablando. Todos somos uno mismo, u-hoh.

Creí que después que te lanzara hacia la oscuridad de ese abismo ya no dirías esas cosas, ¿qué pasa con nosotros y los vínculos de vidas pasadas?

Te extrañamos.