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—La noche que Ophelia descubrió que había algo más allá de la neblina.
 
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JB1535635 · F
[...]

No dejes que te arrastren a los bosques.

Entre cemento y edificios tenían más oportunidades de cubrirse. Los bosques eran los terrenos de las cazadoras, ahí se alimentaba el vigor de cada una de ellas. Cuando ambas lograron escabullirse detrás de una pared, Jenna tuvo la oportunidad de observar lo que estaba pasando y la gravedad del asunto.

Necesitaban una distracción y a pesar de que Jenna era uno muy atractivo —vamos, era el recipiente de Samael, cualquiera de esas cazadoras que la matara seguro se llevaba un jugoso reconocimiento—, sabía que no iba a durar demasiado. No con una herida abierta en el abdomen. Volteó a observar a Ophelia quien tan perplexa no se notaba.

Y, como si se tratara de otro juego, lo apostó todo en ella.

¿Por qué no me cubres la espalda?

Las palabras salieron apresuradas, así como Jenna hacia el fuego cruzado, porque de todos los lugares en los cuales podía estar, ella debía ubicarse en el centro de esa tormenta. E
JB1535635 · F
Ophelia no tardó en seguir sus descabelladas órdenes. Jenna tenía que darle crédito por ello, ¿la disposición para lanzar un proyectil, que una pared estallara frente a ambas y que la ajena volteara para recalcarle que tenían que apresurarse? Increíble. Exquisito. Cien puntos para la poco prudente de Ophelia. Capaz era tan salida como la propia Bane. Capaz era el inicio de una hermosa amistad.

O capaz era el final de ambas.

Bueno, el final de Ophelia y el botón de reinicio de Bane.

Como fuera, una vez que ambas estuvieron fuera, Jenna se lanzó sobre Ophelia, llevándolas a ambas al suelo antes de que dos proyectiles perforaran a la muchacha atrapada en medio de una lucha imprevista entre reencarnados y cazadoras. Jenna alzó la mirada y reconoció los peculiares rasgos de Cassiopeia Rinaldi. La cazadora les sonrió y Jenna, con la adrenalina en las venas y un temor precario alimentado por memorias pasadas, le dio palmadas repetidas a la ajena, alertándola.

[...]

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