Su rostro se mantenía cercano al ajeno, su nariz rozaba la piel de su mejilla mientras hablaba en susurros, con los ojos entrecerrados; estaba entretenida de notar el esfuerzo de Jin por mantenerse calmado. — Porque es lo que hago mejor, acabar con hombres como tú.— A pesar de sus palabras amenazantes, su lenguaje corporal era meloso; la otra mano soltó la de Jin para poder deslizar los dedos por su cuello hacia su nuca. Los labios de la súcubo se deslizaron hacia los masculinos, hablando suficientemente cerca de ellos, pero sin rozarlos.— Dime, lindura... ¿no has pensado cómo se siente besarme? ¿Caer en la tentación? ¿Nunca has pensado cómo se siente rendirse al pecado finalmente?