— Parte de mi entrenamiento espiritual y mental es ser puesto a prueba ante la tentación y el pecado que un demonio como tú pueda llegar a ejercer. — Esta vez debía concentrarse para evitar caer en aquellas provocaciones, pues más que ser seducido por una súcubo, ellos ya tenían una historia juntos y eso convertía a Liz en un ser irresistible para Jin.
Su rostro se mantenía cercano al ajeno, su nariz rozaba la piel de su mejilla mientras hablaba en susurros, con los ojos entrecerrados; estaba entretenida de notar el esfuerzo de Jin por mantenerse calmado. — Porque es lo que hago mejor, acabar con hombres como tú.— A pesar de sus palabras amenazantes, su lenguaje corporal era meloso; la otra mano soltó la de Jin para poder deslizar los dedos por su cuello hacia su nuca. Los labios de la súcubo se deslizaron hacia los masculinos, hablando suficientemente cerca de ellos, pero sin rozarlos.— Dime, lindura... ¿no has pensado cómo se siente besarme? ¿Caer en la tentación? ¿Nunca has pensado cómo se siente rendirse al pecado finalmente?
Se sorprendió por el atrevimiento de aquellos actos, sin embargo, Jin intentó conservar la calma, disimuló un poco tratando de ser inexpresivo. — ¿Por qué estás tan segura que lograrás acabar conmigo? — No se dejó intimidar, por lo que aprovechó con su otro brazo rodear la cintura de la súcubo, manteniendo viva la tensión que se estaba creando entre ambos, cualquier movimiento en falso, podría ser letal para el cazador.
—De hecho, sí. —al tomarle su mano, ella se acercó, usando algo del momentum para rodear su cuello con el otro brazo y apegarse a su pecho. Y de manera bromista, dio una pequeña lamida a su labio inferior.— ¿Ya escribiste tu testamento?
