— Claro que me conoce, el problema es que no sabe de dónde.

Respondió en un tono bajo y suave, cruzando la pierna diestra sobre la siniestra y dejando sus manos sobre su regazo. Era una mujer elegante, con un porte que le distinguía como alguien de la realeza. La firme mirada de la fémina se posó en la contraria, cual si con ella quisiera decirle quien era, pero a Arya le gustaba sembrar la duda, que las cosas no fueran tan fáciles; le gustaba jugar.

— Tal vez le parezco extraña o alguien a quien no conocería porque... Oh, cierto, es usted humano y no se basa en lo que percibe su nariz, lo olvidé.

Sonrió afable, más su mirar lucía afilado, como un animal en cacería, dispuesto a lanzarse en el momento preciso, como si estuviese esperando un movimiento en falso. Movió un poco su pierna en un ligero vaivén, un movimiento que solía hacer para darle otra ruta a la atención y quizás, zafarse de algo.