@Aʀʏᴀ Vᴀʟᴄʀᴏss Jᴇɴᴇᴛ:
** Esa maldita y monstruosa familia de nuevo, la última vez que había tenido contacto con ellos había sido al decretarse su expulsión a través de la cabeza de aquella familia tras sus imperdonables fechorías y abuso de autoridad, aunque cabe decir que la expulsión había sido la sentencia más flexible, junto a la reducción de sus poderes.

Sin perder rastro de los movimientos ajenos, frunció su ceño al escuchar aquella confirmación de manera inmediata y breve.

— Arya Valcross...

Repitió para si mismo, al tiempo en que sonrió suave y cínico; respondió al ademán, tomando delicadamente aquella mano que se le tendió, El doctor se inclino para así besar la dorsal de ella tal y como se dictaba en las reglas de etiqueta hacia la nobleza.

— ¿A qué debo el honor de su magnífica presencia?

Cuestionó para después reincorporarse y mirarle con cierta intriga. **

Hizo un gesto de sorpresa al momento de escuchar las palabras de su contrario, no le quedó de otra más que asentir con la cabeza, aceptando que tenia razón.

— Así es... Soy Arya Valcross. La Princesa Arya Valcross.

Respondió en un tono tranquilo pero firme, sonriendo de medio labio, alzando el mentón tal como si se sintiera orgullosa de su casta y de su posición. Dejó de mover su pierna y se puso de pie, tendiendo la mano diestra hacia Dee.

— Un gusto, Doctor. He leído mucho sobre usted y finalmente supe donde es que se encontraba. Ha sido difícil llegar hasta aquí, pero nunca imposible. Nada es imposible para Arya Valcross.

De momento a otro, sus suaves y lindas facciones se tornaron malévolas, como si se tratase de una criatura enloquecida que quería liberarse, pero el gusto solo duró una fracción de segundos, pues de nueva cuenta su dulce sonrisa volvió a sus labios.

... aquella mujer que le había acogido en aquel recinto de conocimientos universales.**

@Aʀʏᴀ Vᴀʟᴄʀᴏss Jᴇɴᴇᴛ:
** Un vistazo bastó para darse cuenta con la mirada cada una de las características ajenas, su vista se achicó en muestra de una sospecha mayor, pues sus palabras generaban más incógnitas que respuestas. Su olfato era bueno, sobresaliente sobre el del humano promedio, más simplemente hoy, realmente estaba hastiado, saturado del olor a hierro de la sangre, amoniaco y sulfuro que eran una constante en sus varios experimentos, además del resto de la carne putrefacta.

No necesitó el olfato, al menos por ahora, le era sencillo leer el aura en las personas y la de ella, no sería la excepción... Malicia, avaricia, deseo, pero sobre todo... locura; eran las principales emociones que podría percibir, no obstante, había algo perturbadoramente familiar. Retiró aquel sombrero de porte militar, dejándolo descansar en el firme escritorio de roble.

— La sangre de los Valcross... ¿No es así?

Sentenció tras pensar un minuto, pues ella imponía casi de la misma manera que

— Claro que me conoce, el problema es que no sabe de dónde.

Respondió en un tono bajo y suave, cruzando la pierna diestra sobre la siniestra y dejando sus manos sobre su regazo. Era una mujer elegante, con un porte que le distinguía como alguien de la realeza. La firme mirada de la fémina se posó en la contraria, cual si con ella quisiera decirle quien era, pero a Arya le gustaba sembrar la duda, que las cosas no fueran tan fáciles; le gustaba jugar.

— Tal vez le parezco extraña o alguien a quien no conocería porque... Oh, cierto, es usted humano y no se basa en lo que percibe su nariz, lo olvidé.

Sonrió afable, más su mirar lucía afilado, como un animal en cacería, dispuesto a lanzarse en el momento preciso, como si estuviese esperando un movimiento en falso. Movió un poco su pierna en un ligero vaivén, un movimiento que solía hacer para darle otra ruta a la atención y quizás, zafarse de algo.

[...] conoces, más yo no le conozco. — espetó calmo mientras la duda, la sospecha y la desconfianza le embargaban a la extraña. **

**Era la noche de un día difícil, los resultados en las pruebas habían sido todoenos exitosas, los sujetos para cada uno de sus experimentos habían mostrado distintas variables de lo que buscaba. De algún modo le complacia tener aquellos resultados, pero estaba lejos del objetivo central. Jamás desahogara su frustración de manera física, o al menos frente a alguien para evitar mostrar el fracaso; prefería mantenerse en el desgarrador silencio que proyectaba a través de su fulminante mirada, misma que viró en dirección a la fuente de aquella femenina voz que clara mente pudo identificar al ingresar en su oficina. Voz que comenzaron a dar descripción de si.

¿Quién era ella? ¿Y como había ingresado? Mejor dicho, ¿Quién la dejo entrar? Y ¿Cómo supo quién era? Algo sabía aquella mujer, tal vez algún inmortal de los muchos que se ocultan entre la gente, tal vez algún otro más antiguo, tal vez... No, "esa" persona gustaba de mantener el anonimato para si y para los suyos. —Veo que me conoc

— Ese porte, esa elegancia y una mirada de frivolidad... Me recuerda a uno de mis personajes favoritos de los libros que he leído.

Estaba en otro sofá, sentada frente a él. Lo veía de pies a cabeza, como si lo analizara, le recordaba a alguien que había sido una especie de "obsesión" en su infancia. Al conocer al homúnculo y escuchar hablar de quien le había creado, el nombre que salió en boca de este era "Dr. Dee". Por un tiempo no logró comprender a quien se refería, hasta volver a retomar sus memorias, ahora estaba frente a lo que fue su obsesión de infancia, frente a...

— Eres el Dr. John Dee.

Lo dijo con tal seguridad de no equivocarse y con la emoción de una colegiala que conocía por primera vez a su ídolo.