– Kaon –pronunció–. Es un lindo nombre –agregó con una gran sonrisa.
Colocó un cigarrillo entre sus labios.
– ¿Te molesta? –inquirió antes de encenderlo–. No me vas a creer, pero tengo antojo de café desde la mañana y hace un par de días me eché mi cafetera. Cayó al suelo y se reventó. La extraño, ahorré mucho para comprarla, ¡me hacía de todo!
–Las están vendiendo en todas partes por el día –arrugó ligeramente la nariz, acariciando las orejas del conejo por última vez antes de soltarlas. Por un momento intentó descifrar lo que estaba por decir su adversa, entonces cayó en la cuenta–. ¡Jane! Soy Jane, ¿y tú?
-Tras acariciar el accesorio se percato que la joven se retiraba las orejas para colocarlas en su propia frente. La pelinegro mostró cierta confusión y mirando hacia arriba por un instante, murmurando dijo.-
Aunque.. las de un lobo serian menos afelpadas.. Gracias, Em... -Hizo silencio pues aun no sabia como se llamaba.-
— Algo así —rió un poco, esperando a que dejara de acariciarlas, para retirarse la diadema, porque eso era, en realidad. Acto seguido, la colocó cuidadosamente sobre la cabeza de la castaña, ordenando sus cabellos detrás de sus orejas—Te quedan muy lindas. Te las regalo.
