Su sonrisa se expandió un poco más en cuanto notó la reacción de su adversa. Prefirió depositar la revista a un lado, pues de pronto sintió la necesidad de cruzar una pierna sobre la otra para acomodarse mejor.

– Si no me equivoco, tu cabello se veía diferente la otra noche –entrecerró su mirada, mordía su labio inferior desde adentro–. ¡Tenías el cabello corto! Pero el rojo también te queda bien. Mira que a mí me encanta jugar con mi cabello.

Dicho esto, llevó una mano a atrapar el mismo mechón rosado con el que había estado jugueteando antes.

– Estaba pensando en cambiarme de color, pero al parecer se volvió en algo así como mi marca personal. Me llamo Jane, por cierto.