N´aal, ¿Porque se pondría nervioso al verme?. Me agradan los demonios nobles cómo Etrigan... ¿Cómo llegó ese demonio a convertirse en tu mayordomo?
-Comentó sinceramente, saliendo de la habitación junto con su anfitrion y ve que deja un papel sonre la mesa con el cenicero encima y lee poniendo preocupada.-
No lo regañes porque me dejo entrar ya que fue culpa mía y no suya, por favor. No te vayas a desmayar pero... A las Amazonas nos gusta alimentarnos de... Tortugas, Lagartos y Serpientes pero al menos yo... comó de todo en el Mundo del Hombre.
-Comentó, divertida la mujer tan su propio comentario para luego mirar cómo el rubio se colocó su gabardina, hurgando en los bolsillos, seguramente buscando tener sus cigarrillo y el encendedor a mano.-
Ese fué N'aal quien te abrió, es el demonio-mayordomo de la casa. Suele tener buenos modales, pero seguro se puso nervioso al verte y no lo culpo.
-Antes de salir de la habitación, tomó su gabardina y fué hacia el lobby, buscando al susodicho demonio por las esquinas con la mirada, sin suerte aparente, algo raro siendo que debería estar limpiando el lobby de la mansión. Sin mayor insistencia solo dejó un papel sobre la mesa y un cenicero encima, dejando en claro que no dejara entrar a nadie, ni a los ex-miembros de JLD, tajantemente nadie.-
Buena pregunta.¿Qué le gusta a las amazonas? Para darme una idea al menos.
-Se puso la gabardina que tenía en la mano, llevando las manos hacia los bolsillos de la misma, cerciorándose de que tanto su encendedor como sus cigarrillos estuvieran dentro pues para él eran algo imprescindible.-
Tu casa del Misterio apareció frente a mis ojos cuando pensé en visitarte y te juró que me aparecio ver una puerta que se abria sola, John.
-Dijo segura y tranquila ya que efectivamente habia ocurrido así cómo se lo describió. No era por pudor que no miraba a su amigo vestirse sino que lo hacía más bien por respeto, pensaba que el rubio le incomodaría aquella situación, voltea su rostro para verlo ya vestido, colocandose su caracteristica gabardina.-
Me encanta comer ya que me relaja y me ayuda a tener más energía en caso que lo requiera. ¿A donde iremos a comer?.
-La Amazona sonrie suavemente, se sentía emocionada ya que no conocía del todo a Constantine y ahora se daría la oportunidad de estrechar más los lazos de amistad con aquel hechicero, dejando atrás todo el orden de su habitación. Sentía ganas de ayudarlo a ordenar pero cómo el le dijo que tenia todo a lo necesito que desiste de aquella idea.-
¿La puerta dices? Es algo anecdótico el que esté ahí. Nadie nunca toca, cielo.
-Dijo en tono jocoso el rubio quien se dispuso a vestirse, sin reparo en la presencia de aquella amazona, el pudor no era algo que la caracterizase ni mucho menos. Se abrochó la camisa, ajustó la corbata, puso los pantalones y ató los cordones de sus zapatos antes de darse la vuelta al fin. Ya estaba listo, a falta de su gabardina, pero aquella estaba en el perchero al lado de la puerta.-
Siempre es bueno oír eso y aprovechando tu tiempo libre, podemos ir a comer algo.
-Sugirió el rubio, aunque no estaba muy seguro de los gustos de la amazona, al menos tenía que comer¿no? Lo hizo con confianza, aunque había notado un tanto de incomodidad, seguramente por haberse vestido delante suyo, prefirió no ahondar en el tema, ella era Wonder Woman después de todo.-
-No, disculpame a mí. Quise visitarte pero cómo te encontro durmiendo, creo que debi tocar la puerta primero. Observó cómo el rubio dejo la botella que abrazaba sobre un estante, le llamaba la atención verlo todos los días con aquellos vicios, ¿Que tiene de novedoso?, a ella no le pasaba nada su metabolismo amazónico lo asimila cómo una simple bebida y el cigarrillo pues nunca la habia probado.
-Todo a esto bien, los villanos no han a molestar la paz de la ciudad y los criminales comunes pues siguen haciendo de las suyas en la noche.
La Azabache se voltea al percatarse que su amigo se dirige al armario, avanza unos pasos hacia la puerta y se detiene en el marco de la fuerte, mirando hacia el exterior de la habitación. Esperaría allí a que estuviera listo o simplemente le indicará que fuera a otra habitación, así de respetuosa es la Amazona.
-Ya estaba por levantarme de todos modos. Y disculpa el olor a tabaco y alcohol. - El rubio se levantó de la cama con la botella de alcohol que se encontraba abrazando y la dejó sobre un estante, entonces se estiró añadiendo un gran suspiro al acto antes de dirigirse al armario a por sus ropas.
