-Conocí a uno de esos afortunados...Steve Trevor, ese cabrón nos puso chips a mí y a mis colegas.-
El cigarrillo cayó de entre sus dedos y en una pisaba terminó por apagarlo, al mismo tiempo respiraba hondo, tenía que ocultar en la medida de lo posible lo muy de mala leche que lo ponía el recordar al bueno de Steve, sin duda, uno de los pocos y a ser posible el último que se la habría jugado e ido de rositas.
-Satisfacción personal. Interesante. Aquí somos más de movernos por lo material.-
El rubio se puso de pie, estirando los brazos al cielo sumado a un ladeo de cabeza tras el cual devolvería ambas manos a su tan clásica gabardina. Daría una pasos a la salida del local y voltearía la mirada en dirección a su acompañante con una mirada calma.
