— ¡Pide perdón pedazo de basura! ¡Pídeme perdón! ¿¡Que carajo estás esperando!? ¡¿Acaso quieres que te mate?! ¡SHINEEEEEEEEE!

Una y otra vez levantaba su mano, dejando caer rápidos y dolorosos latigazos por todo el torso de Midoriya. Tenía muchas ganas de golpearlo en su cara, pero tampoco era tan tonto. Si hacía algo así, alguien se daría cuenta de la tóxica relación que tenían y se interpondrían entre ellos.

De vez en cuando pateaba con fuerza las costillas de Midoriya, tratando de no hacerlo con la punta del píe, mas bien con el costado, solo para causarle contusiones y no romperle algún hueso.