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Izaaaaaaan ♡

- Escucho el escándalo en la habitación principal del dormitorio, aunque deseaba "calmar" a su mejor amigo, ya era tarde. Lo vio con ese aspecto, aunque solo podía enfocar lo molesto que estaba, haciéndole temblar. - Bu-buenos días, Izan. - Ya era de noche, pero su mente hecha un lío no conectó con su lengua, soltando incoherencias. - S-si que tenías ganas de verme, eh. - Quería callarse de una vez, pero los nervios jugaban a su contra. - Hubo un enemigo que venía a consumir mi energía, pero me contuve y no ocasione incendios, así que... - Hablo tan rápido que no creyó ser entendido. - I..Izan, eh, me comeré todas las verduras, pero no me dejes morir solito.

Izaaaaaaaaaaaan -Llama escandalosamente a su amigo, pues había una criatura peluda y con aspecto sombrío que impedía su huida al situarse en el pomo de la puerta, una criatura con demasiadas patas y ojos.... Una tenebrosa araña -

- Conocía a su mejor amigo más que a nadie y esas palabras no le convencieron, mucho menos esa sonrisa, pero aún así decidió responder. - Todo sucedió cuando... Te fuiste. Creo que estar sin un motivo fue difícil para mí, así que una mujer me dio una segunda oportunidad para vivir. - Se acercó lo suficiente para tomar entre sus manos las mejillas del ángel, ofreciéndole unas pequeñas caricias - Pero ahora que estas aquí, quiero cumplir mi promesa. El convertirte en rey y culminar la venganza hacia ellos. - Sonrió como solía hacerlo en presencia de su mejor amigo, estaba feliz de tenerlo, pero su mayor sentir era tener la oportunidad de combatir a su lado, de cumplir la promesa que hicieron el primer día que se aceptaron como compañeros de viaje. - Así que tenemos mucho que planear, y debemos entrenar, no podemos jugar sin un plan. ¿Cierto? - Utilizo la oración del rubio cobrizo a la hora de una batalla amistosa, alejándose unos pasos para hacerle una señal de que le siguiera - En tu ausencia, he cuidado de tu dragón.

- Sintió un revoltijo de emociones al escuchar esas palabras que lograron sacarle una gran sonrisa, también le había extrañado tanto, ni siquiera podía contar los días desde que espero su regreso. - Idiota-Kun... No tienes permitido abandonarme. - Hablo con una sonrisa y prosiguió a abrazarlo con mayor fuerza. - Sí, yo... - El tono que su mejor amigo había usado obligó a que se alejara, temiendo haber dicho algo indebido - Yo... Una mujer me acogió y convirtió en vampiro - Contó sin muchos detalles, mirándole con extrañeza, no entendía ese cambio de actitud -

— Endureció su expresión, no tenía tiempo ni humor para lidiar con el chiquillo, usando el largo de sus uñas, alejo aquél filo de su garganta cubierta por un collar egipcio. Un paso tras otro, se acercó hasta chocar contra él, inclinando un poco su rostro para tenerlo de frente. — Quién debería cuidar bien sus palabras y acciones eres tú. — Susurro al curvar las comisuras en una sonrisa desafiante — Pero no estoy aquí para iniciar una pelea innecesaria. — Dio unos pasos atrás, retomando la distancia entre ambos — Alguien que conociste quiere hablar contigo.

¿Sabes a qué huele un rey? — La mujer de cabellos oscuros abandonó su escondite, caminando hacia él, con un propósito; si no mal recordaba su adorado padre le había encomendado la tarea de reclutarlo con la finalidad de usarlo. —

Idiota-Kun - No quería separarse, y tampoco lo haría tan pronto. Se acomodó entre los brazos del rubio cobrizo y apoyo su frente en el hueco del hombro y cuello del mismo - Te extrañé tanto... Creí que jamás volvería a verte. - Suspiro, tratando de contener las lágrimas, pero fue inútil, ya estaba llorando - ¡He estado preocupado por ti! He estado triste... Yo, en verdad, soy feliz de verte. - Apretujo más aquel abrazo - Ah, una mujer me ha recogido en su familia y ahora soy vampiro. - Su voz seguía suave, baja, pausada todo debido a las lágrimas -

¡Izan! - Apenas y escucho su voz, se lanzó a abrazarle con demasiada fuerza, temiendo que fuera un producto de su imaginación y al separarse se desvaneciera - Por favor, dime que te quedarás... - "Conmigo" no se atrevió a confesar toda la frase, por ello, pensó la última palabra. -