Fue al baño para lavarse la boca antes de salir para encontrarse con el mismo chico de siempre. No era de extrañar que vendieran esas cosas cerca, sexo y drogas van casi de la mano. Sin embargo, aquel sujeto no hizo más que disculparse porque ya no le quedaba nada para vender, ni un puto sobre. Aún así, le dio algo de información. Lamentablemente ahora debía ir un par de calles más lejos. (. . .) — Me dijeron que eres nueva aquí y que tienes cosas interesantes a la venta. —Chloe, con los brazos cruzados bajo su pecho y el maquillaje corrido, era incapaz de hacer contacto
Vio la silueta pararse frente a ella, pero no era capaz de reconocer de quien se trataba. Incluso al oír su voz le fue difícil identificarla, por lo cual solo atinó a inclinar la cabeza a un lado, y como estaba bajo los efectos de ese narcótico, se podía notar cuán tranquila y relajada estaba a diferencia de hace un par de horas.
— ¿Qué es lo que buscas? —preguntó curiosa, incapaz de atar cabos y comprender que se trataba de la misma, hasta ahora al menos.
Una de las chicas del club encendió la linterna de su celular y apuntó directamente al rostro de la extraña mujer. Dada la naturaleza del sitio, no se permitía el ingreso de otras chicas que no trabajasen ahí, pero antes de hacer un escándalo por eso, Chloe fue capaz de reconocerla, haciendo que se pusiera de pie, con la dificultad propia de alguien en su estado.
— Ah, ya te recuerdo... eres la que me vendió esa mierda, ¿verdad? —apoyó una mano en el hombro (
