— Debo decir que es algo muy bueno lo que hace. De seguro ayuda a muchas personas. —

Lo decía porque las personas en los últimos tiempos se volvían cada vez más egoístas, que solo les importaba ellos mismos. Ella era una de esas personas. Dirigió su mirada hacia él cuando escucho la interrogante de su contrario.

— No mucho, estas flores son un encargo. Aunque no me molestaría su compañía. —

—Por eso lo hago, nunca se sabe quién necesitará oír esas palabras.

Guardó su libro y se acercó a la joven, extendiendo su mano derecha hacia las flores.

—¿Debe viajar mucho sola? Puedo acompañarla hasta su destino.

Dijo con voz almibarada, sonriendo a buena intención de que una joven a su edad no se viera expuesta al peligro de las calles.

— Oh, entiendo. Increíble, viajar por todo el mundo. —

Se inclina un poco hacia adelante para observar el libro que el varón le estaba mostrando. Abre un poco más los ojos debido a la sorpresa. Tenía de todo, se notaba que era algo de lo que disfrutaba mucho. Le dio un poco de envidia, ella no conocía tanto como le gustaría.

— Me imagino que así es, porque las palabras tienen el poder de cambiarnos. —

—Me gusta viajar, conocer lugares, y guardo un poco de esos lugares para mostrarlo por dónde vaya.

Mostró entonces que en su libro había dibujos de paisajes, retratos de personas acompañados de alguna frase que ellos dijeron. Era una variable colección y arriba decía del lugar y fecha.

—Y en el camino me he encontrado personas muy sabias, sus frases me han ayudado, o he podido ayudar a otros con ellas.

— ¿Y por qué hace eso? — Le preguntó con curiosidad. — Digo, si se puede saber. — Aclaró al instante. No quería que pensará que era una chismosa o algo por el estilo. Solo le causaba mucha curiosidad. Cuando escucho la pregunta del varón, sintiendo quedó mirando las flores.

— Es cierto. Pronto las iré a dejar en agua. Y si, están muy bellas. —

El moreno asintió en silencio, tal parecía que aún existían libros que debía conocer. Y eso en lo personal le gustaba. Seguir en la búsqueda de saber era de los pasatiempos favoritos.

—Está bien, en ese caso la escribiré, y buscaré de dónde proviene —Empezó a escribir, pero no pudo evitar las rosas—, disculpe, ¿Pero irá pronto a casa? Unas flores así de bellas podrían marchitarse si no se les da cuidados adecuados.

— ¿Huh? —

Se voltea a ver al dueño de aquella voz que la sacó de sus pensamientos. Y niega con la cabeza como respuesta, esbozando una sonrisa.

— No, para nada. Además la saque de un libro y me gustó mucho. —

—Que hermosa frase —Dijo con afable sonrisa, y entre sus manos llevaba un libro y pluma, listo para escribir en una hoja en blanco—, ¿Le molestaría que la escriba? Me gusta llevar las palabras de las personas a través del mundo.