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"No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas."
 
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¿No es en realidad su cuerpo?” Se quedó pensando profundamente en aquellas palabras e incluso, su rostro develó cierta conmoción al enarcarse excesivamente su ceja diestra. – En mi Tierra, esa habilidad de cambiar de apariencia no la poseen los duendes. – Aseguró por el mango con más precisión su hacha, mientras con su zurda extendida, le estiraba la muñeca, como si esperara que la mujer cayera en razón y le devolviera su capa; sin embargo, se encontró con algo aún más extraño: le ofrecía a cambio, según entendió, una joya preciosa durante el tiempo que ella usase su mantón.

¿Consideras que puedes comprar mis favores con una simple piedra como esa? – Realmente le daba igual su capa e incluso aquella sortija que le ofrecían a cambio, pero el hacerse de una actitud áspera y tosca le parecía entretenido.

Será mejor que me des un millón de estás, porque no solo contarás con el alquiler de mi capa. – Agregó...
 
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