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Is1572706 · F
Iba a recordarle que ya le había dicho que no era un duende, pero sintió que sería un cuento de nunca acabar, en su lugar hizo un gesto de resignación. Escuchó con aprensión como se refería al rubí como "simple piedra", aunque fuera muy pequeña valía mucho, además era una joya hermosa y muy brillante.
—¿Cómo? ¿UN MILLÓN? — por unos segundos sintió que se moría, no por la cantidad, más bien por que le costaba trabajo deshacerse de sus amadas joyas, luego recordó que Gilgamesh le había prometido una tercera parte de su infinito tesoro en el pasado, así que respiro un poco. — Bien, creo que es un precio justo por que me guíes en estas tierras que son desconocidas para mi. — agregó con calma.
— Entonces, ¿hay alguna aldea o ciudad cerca de aquí? — quizá si se dirigían a un lugar más concurrido podrían encontrar al responsable de su aparición, o al menos ver las maravillas de es
—¿Cómo? ¿UN MILLÓN? — por unos segundos sintió que se moría, no por la cantidad, más bien por que le costaba trabajo deshacerse de sus amadas joyas, luego recordó que Gilgamesh le había prometido una tercera parte de su infinito tesoro en el pasado, así que respiro un poco. — Bien, creo que es un precio justo por que me guíes en estas tierras que son desconocidas para mi. — agregó con calma.
— Entonces, ¿hay alguna aldea o ciudad cerca de aquí? — quizá si se dirigían a un lugar más concurrido podrían encontrar al responsable de su aparición, o al menos ver las maravillas de es
EinarrAsarsson · M
... alzando su Segur con firmeza para luego poner a descansar el cuerpo prolongado de ésta sobre su propio hombro desnudo.
– No puedo permitir que un regalo como ese resulte dañado, así que deberás pagar por mi compañía. Y eso es lo que te costará un ojo de la cara, duendecilla.– Había oído ya un par de veces de sus labios referirse a sí misma como una Diosa, aunque era algo que no le generaba sorpresa alguna, pues podía sentir en ella un deje sublime de divinidad, cosa que para él resultaba muy familiar considerando su ascendencia. Así que, se ha decidido por acompañarla durante lo que dure la renta no voluntaria de su prenda más querida.
– No puedo permitir que un regalo como ese resulte dañado, así que deberás pagar por mi compañía. Y eso es lo que te costará un ojo de la cara, duendecilla.– Había oído ya un par de veces de sus labios referirse a sí misma como una Diosa, aunque era algo que no le generaba sorpresa alguna, pues podía sentir en ella un deje sublime de divinidad, cosa que para él resultaba muy familiar considerando su ascendencia. Así que, se ha decidido por acompañarla durante lo que dure la renta no voluntaria de su prenda más querida.
EinarrAsarsson · M
“¿No es en realidad su cuerpo?” Se quedó pensando profundamente en aquellas palabras e incluso, su rostro develó cierta conmoción al enarcarse excesivamente su ceja diestra. – En mi Tierra, esa habilidad de cambiar de apariencia no la poseen los duendes. – Aseguró por el mango con más precisión su hacha, mientras con su zurda extendida, le estiraba la muñeca, como si esperara que la mujer cayera en razón y le devolviera su capa; sin embargo, se encontró con algo aún más extraño: le ofrecía a cambio, según entendió, una joya preciosa durante el tiempo que ella usase su mantón.
– ¿Consideras que puedes comprar mis favores con una simple piedra como esa? – Realmente le daba igual su capa e incluso aquella sortija que le ofrecían a cambio, pero el hacerse de una actitud áspera y tosca le parecía entretenido.
– Será mejor que me des un millón de estás, porque no solo contarás con el alquiler de mi capa. – Agregó...
– ¿Consideras que puedes comprar mis favores con una simple piedra como esa? – Realmente le daba igual su capa e incluso aquella sortija que le ofrecían a cambio, pero el hacerse de una actitud áspera y tosca le parecía entretenido.
– Será mejor que me des un millón de estás, porque no solo contarás con el alquiler de mi capa. – Agregó...
Is1572706 · F
— Ekk.. en realidad este no es mi cuerpo, el real es mucho mejor. [/b]— su voz se tiñó de resignación, él ya había decidido que ella era un duende. Después escuchó que estaba en la Tierra, algo que le parecía lógico, aunque no suficiente. — ¿Ah? Yo no sabía que estabas descansando. Además, ¿cómo iba yo a saber que esta capa era tuya? — se quejó.
Observó con curiosidad como aquel jóven buscaba su gran hacha, objeto que le gustaba mucho a Ishtar. — ¿Qué vas a hacer con ella?... también soy la diosa de la guerra... eh... si es por la capa puedo rentarla. — balbuceó de forma torpe. Después hizo aparecer en su diestra un muy pequeño rubí y se lo ofreció a Einarr. Normalmente no haría algo así por que ella amaba sus joyas, pero llegó a la conclusión de que podría dársela en lo que le regresaba su capa.
Observó con curiosidad como aquel jóven buscaba su gran hacha, objeto que le gustaba mucho a Ishtar. — ¿Qué vas a hacer con ella?... también soy la diosa de la guerra... eh... si es por la capa puedo rentarla. — balbuceó de forma torpe. Después hizo aparecer en su diestra un muy pequeño rubí y se lo ofreció a Einarr. Normalmente no haría algo así por que ella amaba sus joyas, pero llegó a la conclusión de que podría dársela en lo que le regresaba su capa.
EinarrAsarsson · M
–… ¿Dónde exactamente? No sé, no soy conocedor de la geografía de este mundo. – Rodeó su mentón con sus dedos índice y pulgar, frotando con éste último la fina mecha dorada que se hacía de su barbilla. – Aun así, me parece un lugar muy agradable para descansar y me has interrumpido, además, me has quitado algo que me pertenece y ahora me exiges respuestas que no puedo darte. – Algo en su grave tono de voz había cambiado, aunque se trataba de una simple broma por parte suya, lo había dicho de forma intimidante y el que buscara con su zurda el mango de su hacha le daba un toque de realismo a su supuesto disgusto.
EinarrAsarsson · M
Sintió en el suave tirón de manos de la peli-negra lo delicada de su muñeca, desafiándolo a embarcarse en una inspección minuciosa sobre su apariencia; noto, que la fragilidad que le mostraba su cuerpo no debía persuadirlo de creerle débil o inferior, pues algo en ella le advertía sumo cuidado; quizá lo develaba la forma imperiosa en que gesticulaba, o tal vez su soltura y naturalidad que le resultaba tan familiar.
– ¿Diosa? – Esta vez no disimuló al mirarla de arriba a abajo. La única Diosa que conocía era su madre y su apariencia era muy diferente a la de la mujer.
– Yo creo que si eres una especie de duende. – Sus diálogos eran transparentes, siempre solía decir lo que pensaba de manera inocente y sincera, así que, la forma en la que lo expresaba podría irritarla o simplemente persuadirla por lo noble que podría llegar a sonar.
– Te encuentras en la Tierra… – Mencionaba a medida que una suave brisa los rodeaba.
– ¿Diosa? – Esta vez no disimuló al mirarla de arriba a abajo. La única Diosa que conocía era su madre y su apariencia era muy diferente a la de la mujer.
– Yo creo que si eres una especie de duende. – Sus diálogos eran transparentes, siempre solía decir lo que pensaba de manera inocente y sincera, así que, la forma en la que lo expresaba podría irritarla o simplemente persuadirla por lo noble que podría llegar a sonar.
– Te encuentras en la Tierra… – Mencionaba a medida que una suave brisa los rodeaba.
Is1572706 · F
— Y yo soy Ishtar. — respondió un poco más calmada y como respuesta a la mano extendida de Einaar, la tomo con la suya y la apretó ligeramente, había visto saludarse a unos cuantos antes, pero era la primera vez que ella lo hacía.
— ¿Duende? que gracioso, ah. No, yo soy una diosa.. soy la diosa del cielo y de Venus en la cultura mesopotámica. — pensativa dirigió su diestra a su mentón, si el responsable de su aparición no estaba y no tenía nada que hacer, iba a aprovechar la situación para explorar aquel lugar, además aun sentía que no podía usar sus habilidades muy bien.
— Entonces, Einarr, ¿en donde se supone que estoy? — volvió a dar un rápido vistazo a su alrededor, solo había bosque, pero creía que debía haber algo más allá de ahí.
— ¿Duende? que gracioso, ah. No, yo soy una diosa.. soy la diosa del cielo y de Venus en la cultura mesopotámica. — pensativa dirigió su diestra a su mentón, si el responsable de su aparición no estaba y no tenía nada que hacer, iba a aprovechar la situación para explorar aquel lugar, además aun sentía que no podía usar sus habilidades muy bien.
— Entonces, Einarr, ¿en donde se supone que estoy? — volvió a dar un rápido vistazo a su alrededor, solo había bosque, pero creía que debía haber algo más allá de ahí.
EinarrAsarsson · M
Ver como sus mejillas se hinchaban por el sobresalto le pareció tan gracioso, que no pudo evitar soltarse nuevamente a reír a todo pulmón, con el debido respeto, claro está, de permitir que ésta terminase todo su dialogo para luego dejarse llevar por su inapropiado humor. – ¡De verdad que eres muy graciosa! – Le sonrió amigablemente, extendiéndole su áspera muñeca diestra.
–Mi nombre es Einarr, no soy un mago ni nada parecido. – Continuaba la charla, aunque esta vez tuvo el decoro de erguir su postura para desdibujar su anterior gesto de “superioridad”.
–Solo soy yo, y al serlo, soy más libre que nunca. – Nunca retrajo su brazo, pues quería que ella la apretase la palma de la mano en señal de cordialidad.
– ¿Y tú, pequeño duende...? ¿Qué se supone que eres? –
–Mi nombre es Einarr, no soy un mago ni nada parecido. – Continuaba la charla, aunque esta vez tuvo el decoro de erguir su postura para desdibujar su anterior gesto de “superioridad”.
–Solo soy yo, y al serlo, soy más libre que nunca. – Nunca retrajo su brazo, pues quería que ella la apretase la palma de la mano en señal de cordialidad.
– ¿Y tú, pequeño duende...? ¿Qué se supone que eres? –
Is1572706 · F
Le sostuvo la mirada sin parpadear y luego su rostro dibujo un puchero. — No insinuó nada, alguien me invoco y si tú no fuiste quisiera saber quien fue. — le dijo un poco alterada, no le gustaba que le hicieran perder el tiempo, después de todo era una Diosa. — Que master tan desvergonzado, invocar un servant y no estar para recibirlo, lo lastimaré en cuanto lo vea. — desvió la mirada y murmuro para ella, sabía que hacer era ir demasiado lejos con la nueva personalidad que tenía, pero nada la detenía de soñarlo.
De golpe volvió a fijar su mirada en él, la invadía la curiosidad sobre algo que había notado minutos atrás. — Oye, ¿acaso eres como un mago del bosque? cuando brincaste la tierra tembló y la naturaleza se movió en sincronía con tu risa. — señalo la tierra y los arboles mientras hacía aquella pregunta, era obvio que no habían sido solo casualidad.
De golpe volvió a fijar su mirada en él, la invadía la curiosidad sobre algo que había notado minutos atrás. — Oye, ¿acaso eres como un mago del bosque? cuando brincaste la tierra tembló y la naturaleza se movió en sincronía con tu risa. — señalo la tierra y los arboles mientras hacía aquella pregunta, era obvio que no habían sido solo casualidad.
EinarrAsarsson · M
Al ver su reacción no pudo evitar soltar una escandalosa carcajada que hizo eco en todo el lugar, y junto a su alborozo, toda seña de matorrales y vida natural se movió en sinfonía con éste, como si disfrutarán su propia dicha. Su pesada hacha que junto a su aterrizaje fondeó un poco el limo borde de tierra junto a su barco, se había quedado fija en el lugar mientras éste reducía un poco más la distancia entre ambos, al menos hasta asegurarse de estar lo suficientemente cerca para detenerse y una vez logrado aquello, no titubeó ni un instante para arquear ambas piernas, reduciendo su altura para quedar “de frente a ella”.
–Tú, pequeña niña, ¿insinúas que yo te invoqué? – Al desvalorizar su altura, por quedar a la de ella, precisaba darle a entender una respuesta a su propia pregunta; aun así, ladeó un poco el rostro para mirarla fijamente esperando a ver su reacción.
–Tú, pequeña niña, ¿insinúas que yo te invoqué? – Al desvalorizar su altura, por quedar a la de ella, precisaba darle a entender una respuesta a su propia pregunta; aun así, ladeó un poco el rostro para mirarla fijamente esperando a ver su reacción.
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