- Cada oración que la infante decía parecían cuchillas que se iban enterrando en su espalda… Si tan solo no hubiera aceptado esa misión que lo mantuvo lejos de ella, si tan solo hubiera sido más leal a su palabra… Pensamientos que torturaban su mente iban y venían. La sentó en su regazo manteniéndola cerca, continuando con las caricias en el cabello y agregando nuevas a las mejillas regordetas. - Tranquila, pequeña, ya toda esa pesadilla terminó… Nadie podrá lastimarte. Los recuerdos de ese día se van a esfumar de a poco, y esta vez estaré contigo para velar por tus sueños.