Aun cuando no fuera requisito esencial para ejercer su habilidad, aquel sutil e inmaculado tacto propiciado por Jeanne supuso una etérea sensación para él que amplifica su capacidad de leer los corazones de otras personas y, así, pudo comprender mejor las intenciones que su interlocutora transmite con cada vocablo y con cada ademán. Tal y como supuso, sus métodos divergen completamente uno del otro pero al final, la meta, resulta ser concurrente para sus tortuosos senderos opuestos a simple vista de los más desprevenidos como buen ejemplo denota Marco. Pronto se alejó, pronto aquel cándido rostro se aparta del suyo para regalar sus rubíes iris al infinito firmamento al haberse dado media vuelta para, quizás, hallar mejor posición en la cual reflexionar y organizar sus profundas ideas no exentas de la duda propiciada por el maestro supremo de las artes onmyodo. Claro como las más cristalinas aguas, ante Hao no había manera de esconder el sentir, esos íntimos pensamientos que bien guardados se mantienen bajo el férreo candado del orgullo, sin que la propia Doncella de Hierro pudiera ser la primera excepción; paulatinamente fueron transmutando esas intenciones, perfectamente camufladas por el mensaje que le transmitió momentos antes y dócilmente corroídas por la veracidad implícita en aquel.
Si de ello hubiera duda alguna, pronto ésta es disipada por los vocablos que su suave, afable, pura y refinada voz dirige a su limitada audiencia, parafraseando la conclusión del milenario muchacho. La infinidad de estrellas que en esta noche pintan lienzos cósmicos sobre el purpurino e infinito bastidor hacen las veces de audiencia, constelaciones que se reúnen para atestiguar cada suceso que crucial resulta para determinar cómo habría de ser el mañana; liderando aquél destellante ejército con su lumbre que resalta todavía más, la platinada luna llena permite que su tenue haz de luz resalte la figura de Jeanne, en especial los argentados hilos que a plena libertad caen de su cabeza y que muchos acordarían en considerar una herencia directa del astro lunar. Tal escenario resulta, en demasía, propicio para que el mismísimo Asakura vea su atención captada sin que modificación alguna hiciera mella en su tranquila, sosegada actitud. Casi al instante se disipa la malicia antes vislumbrada, siendo sustituida por un gesto tan amable e inocente como el de un niño que disfruta la materialización de sus anhelos. Sus párpados se juntan, su mirada desciende escasos centímetros mientras ambas manos reposan, respectivamente, sobre los muslos enteramente cubiertos por su holgado pantalón.
Soy todo oídos para ti, Doncella de Hierro Jeanne
Musita con su usual calma, misma que en ocasiones llegaba incluso a ser perturbante mas no esta noche, no en esta oportunidad única que tiene de compartir espacio, palabras y gestos con esa mujer tan venerada por los X-Law. Atento y con suma paciencia aguarda el complemento a sus palabras, sin inmutarse en lo más mínimo por la presencia de Marco, cuyas intenciones hostiles hacia su persona le resultan absolutamente irrelevantes y fácilmente perceptibles, no tendría el más mínimo inconveniente en reducir a nada su impetuosa actitud y con burda certeza todos los presentes lo saben.
