26-30, F
Ex ᴀɢᴇɴᴛ • Mᴀғɪᴀ • +18
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AlexanderCrossDetectve · 31-35, M
[code]« Si bien, la semana ha sido por demás floja, no me quejo de un día completamente para mí» ─ pensaba para sí.
El chillido de la olla de presión con el agua caliente alertaba al hombre que estaba listo para disfrutar de un delicioso café colombiano. Alexander se dirigió al pequeño espacio de cocina que formaba parte del amplio departamento. Llenó la taza con agua hirviendo hasta la mitad y procedió a diluir una cucharada grande de café soluble, un sobre de endulcorante y otro más de crema en polvo. Sí, era un imbécil con el café, no tenía ni la más mínima noción de lo que era un café de verdad, pero en su mente relajada; eso era disfrutar un excelente despertar a las 11:45 de la mañana.
«No hay nada mejor que una buena taza de café por la mañana» (sonido de batería burlona).
No era raro escuchar las ambulancias casi deslizarse por las avenidas como mantequilla en una sartén caliente, o las sirenas de las patrullas anunciando la persecución de algún infractor; a eso se le llamaba un día normal en Atlanta.
Caminó hasta la puerta de entrada y recogió el periódico al que estaba suscrito desde hacía ya dos años, ni él sabía el porqué, pues no lo leía. Lo desdobló y usó el titular para cubrir el orín del maldito gato de la vecina que se colaba a su departamento solo para "marcar" su territorio.
«Hijo de puta, gato de mierda... Voy a comprar un perro solo por ti...»
Definitivamente el café no solucionaba sus problemas, pero le ayudaba a generar energía dentro de sí y sentir que el día sería posiblemente no tan aburrido como estaba pronosticado.
Fue rápido a su armario y cogió un par de prendas con las qué vestirse, ropa holgada en su mayoría, ese era su estilo; un vago.
Caminó por las calles saturadas de vehículos y transeúntes, solo había un sitio dónde querría ir a desayunar este día...
«Comida italiana, "La mía Mama". Cómo amo ese lugar, necesito comer una deliciosa pasta»
Sin perder tiempo caminó las cinco cuadras que hacían falta y se adentró al pequeño establecimiento, ataviado con ladrillos rojos a pesar de que las paredes eran de hormigón. Había un horno de piedra para las pizzas, bellas decoraciones coloridas con el verde, blanco y rojo, y lo mejor era el cocinero, Luigi, tenía un mostachón y todo lo que querrías de un estereotipo italiano. Tomó asiento y pidió un enorme plato de pasta a la boloñesa, con orégano y un queso parmesano.
─ Molto grazie, Luigi. Come sta la tua mama? ─ hacía práctica de lo poco de italiano que había aprendido en una aplicación.
Después de conversar unos minutos con el cocinero, hijo de la dueña del lugar, procedió a comer.[/code]
El chillido de la olla de presión con el agua caliente alertaba al hombre que estaba listo para disfrutar de un delicioso café colombiano. Alexander se dirigió al pequeño espacio de cocina que formaba parte del amplio departamento. Llenó la taza con agua hirviendo hasta la mitad y procedió a diluir una cucharada grande de café soluble, un sobre de endulcorante y otro más de crema en polvo. Sí, era un imbécil con el café, no tenía ni la más mínima noción de lo que era un café de verdad, pero en su mente relajada; eso era disfrutar un excelente despertar a las 11:45 de la mañana.
«No hay nada mejor que una buena taza de café por la mañana» (sonido de batería burlona).
No era raro escuchar las ambulancias casi deslizarse por las avenidas como mantequilla en una sartén caliente, o las sirenas de las patrullas anunciando la persecución de algún infractor; a eso se le llamaba un día normal en Atlanta.
Caminó hasta la puerta de entrada y recogió el periódico al que estaba suscrito desde hacía ya dos años, ni él sabía el porqué, pues no lo leía. Lo desdobló y usó el titular para cubrir el orín del maldito gato de la vecina que se colaba a su departamento solo para "marcar" su territorio.
«Hijo de puta, gato de mierda... Voy a comprar un perro solo por ti...»
Definitivamente el café no solucionaba sus problemas, pero le ayudaba a generar energía dentro de sí y sentir que el día sería posiblemente no tan aburrido como estaba pronosticado.
Fue rápido a su armario y cogió un par de prendas con las qué vestirse, ropa holgada en su mayoría, ese era su estilo; un vago.
Caminó por las calles saturadas de vehículos y transeúntes, solo había un sitio dónde querría ir a desayunar este día...
«Comida italiana, "La mía Mama". Cómo amo ese lugar, necesito comer una deliciosa pasta»
Sin perder tiempo caminó las cinco cuadras que hacían falta y se adentró al pequeño establecimiento, ataviado con ladrillos rojos a pesar de que las paredes eran de hormigón. Había un horno de piedra para las pizzas, bellas decoraciones coloridas con el verde, blanco y rojo, y lo mejor era el cocinero, Luigi, tenía un mostachón y todo lo que querrías de un estereotipo italiano. Tomó asiento y pidió un enorme plato de pasta a la boloñesa, con orégano y un queso parmesano.
─ Molto grazie, Luigi. Come sta la tua mama? ─ hacía práctica de lo poco de italiano que había aprendido en una aplicación.
Después de conversar unos minutos con el cocinero, hijo de la dueña del lugar, procedió a comer.[/code]
RyuYudai · M
Porque?(?)
RyuYudai · M
Me quede sin dinero para poder hacerlo(?)
SW-User
SW-User thinks you are Charming.
EA1558411 · M
EA1558411 thinks you are Cute.
Vkor1574263 · 31-35, M
— Que nooooo. Tu dale.
Vkor1574263 · 31-35, M
— Le tienes miedo.(?) Anda ya, presentate.
Vkor1574263 · 31-35, M
— Te los mereces(?) Bueno, quizá no. Pero si cae uno, caemos todos(?)
Vkor1574263 · 31-35, M
— ¡Pero eso es mentira!
Vkor1574263 · 31-35, M
— ¡Hey tu! ¿Que le andas inventando a mi Bel?
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