—¿Viene a dejarle algo? ¿Quiere que le deje un aviso?— Preguntó la albina. Había notado aquel maletín que llevaba aquel hombre, cosa que hizo despertar sus instintos; comenzaba a sospechar de él. "Tu renunciaste, ya no tienes nada que ver con eso" pensaba la mujer, mientras apretaba los puños.

—El instructor no suele dejar este sitio por mucho tiempo, seguro está en camino, ¿Le gustaría esperarlo en su oficina? O puede dejar sus cosas en un sitio seguro y puede nadar un rato.— Sugirió sin quitarle la vista de encima, manteniendo aquella expresión seria.