Naraku... —pronunció suavemente, pero no por ello con falta de dureza. Cualquier tema relacionado a esa criatura los ponía tensos con increíble facilidad, pero no había lanzado aquella pregunta en aras de aumentar ese malestar. Al contrario, estaba ahí para animarlo—.
Comprendo a la perfección el rencor que ambos le tenemos, Inuyasha, sin embargo... Él está muy lejos de esta aldea. Puedo sentirlo; no hay más que espíritus menores rondando por aquí, pero el campo protector que he puesto los mantendrá a raya de atacar a los aldeanos.
Lo mejor sería que hoy despejes tu mente, ¿no crees? Sólo conseguirás empeorar el mal humor.
