-Se cruzó de piernas para recargar su instrumento en su regazo, al mismo tiempo en que sus brazos quedaron suspendidos en el cuerpo de la madera. Su mirar se mantenía atenta en su contrario, sin siquiera mantener algún tipo de señal amenazante, era encantador, tierno y adorable, con una alegre sonrisa en el rostro, respondió a su pregunta.- Soy Max, y no hay un porque, solo hagamos que nuestras guitarras hablen por si solas. ¿O nunca lo hiciste con nadie? -Cuestionó curioso con una tonada bastante chillona e infantil, no quería sonar desafiante, sino que era su forma de expresarse.-