-Con los primeros rayos del amanecer, sentado sobre un solitario sofá, el mago wurm veía una antigua fotografía de los años más atesorados de su vida. Su pequeña niña, la luz de su ojos, Astrid, la personita que más amaba, le devolvió la mirada a través de la impresión de ese recuerdo- Astrid... -No había vuelto a verla, la había dejado a su suerte a sabiendas de que estaría mejor sola que con él-