Lo pensó por unos instantes. Estuvo a punto de cometer lo que creía un error. Ella podía darle la inmortalidad, como hizo en su momento con Lelouch, pero sentía que eso sería condenarlo al mismo sufrir del que ella había estado intentando escapar desde hacía ya mucho tiempo. Así pues, optó por decir algo distinto. ─ Bueno... Entonces los demás pensarán que me gustan mayores, aunque sea al revés.~ ─ Y la pequeña sonrisita juguetona la delató. Una vez más, ahí iba con sus peculiares comentarios.

Soltó solo una de las manos ajenas, y usó la propia para pasearla por la mejilla del castaño en una caricia cariñosa y devota. Entonces, le susurró. ─ Serás el anciano encantador al que me gustará mostrarle los álbumes que rellenamos con experiencias y esos detalles tan agradables a lo largo del tiempo.