manejar. ─ "Amenazó", acercándose al chico para tomarle de ambas mejillas. Después de hacerle bajar un poco el rostro, le robó varios besos cortos y seguidos de los labios. Se aseguró de que cada uno de ellos produjera sonido. ─ Haces difícil que solo me quede a mirar. No puedo.~

Habiendo hablado de un álbum, que esa primera fotografía acabara como el fondo de pantalla en el teléfono móvil del castaño, fue una sorpresa para ella. Adoró ese nuevo detalle, y las palabras que lo confirmaron y acompañaron. ─ Jm, muy astuto. Me agrada el uso que le has dado... y darás. ─ Se sentía bien solo de pensar en el chico mirando aquella fotografía de tanto en tanto. La hacía feliz tener esa clase de hueco en su vida.

¿Esa... qué? ─ Sabía que había sido ella la que había hablado de tener al chico a su lado durante los años próximos, pero aún así, escucharlo decir algo como eso logró sacarle un nuevo rubor que aunque leve, era perceptible.

Lo siguiente que vio le removió todas las ideas de la cabeza. Ese texto impreso del delantal era algo que no habría esperado ver, pero quedó completamente enternecida, no pudiendo evitar soltar una pequeña risita. ─ Eres toda una caja de sorpresas. Deberías dejar de hacerme quererte más, quizá llegue un punto en el que no lo puedas

El rubor se le contagió mientras se ponía el delantal de cocina. El dibujo impreso en él era un poco vergonzoso. Pero le pareció un lindo toque, además... No pasaba nada si era ella quien lo miraba con eso puesto.

—¿Quieres jugar conmigo, o solo te vas a quedar a observar?— Musitó con un tono que daba cierto doble sentido a la pregunta. Era divertido ver cuanto podía presionar a la doncella antes de que su rostro se pusiera rojo como una fresa, o que en su defecto, decidiera ser un poco más agresiva.

El celular hizo un pequeño sonido y ese momento quedó inmortalizado. Ignis sonrió con cierta inocencia mientras ponía la fotografía como fondo de pantalla para su móvil. La sonrisa de ambos, así como el ligero rubor que adornaba las mejillas de su adorada señora eran una imagen perfecta e invaluable.

—Pues algo es seguro... No solo se ha robado al chico. También su corazón.— Agregó con cierto tono dulce mientras le mostraba a la peliverde lo linda que quedaba la imagen en la pantalla.

—¿No es linda? Así, si estoy lejos de usted solo tendré que encender la pantalla y le tendré sonriendo para mi. ~ — Aprovechó la cercanía para dejar un pequeño beso en la comisura de sus labios, como si no hubiera ya probado las dulces mieles que encerraba esa sonrisa suya.

—Bueno... Será mejor que me ponga a trabajar... Esa propuesta de matrimonio no se va a cocinar sola.— Se separó de ella un momento para abrir una cajonera de la cocina, en ella guardaba algo más que había comprado en la ciudad

¿Robacunas? Más bien, asaltacunas... La cuna no me interesa, me interesa este chico.~ ─ Mostró una sonrisa más notoria al notar y ver al castaño refregar su rostro contra su mano. Esa clase de pequeños gestos eran suficientes para dar calma a la peliverde y hacerla sentir bien.

Sintió después el abrazo, y miró directamente al celular que estaba ya preparado para inmortalizarles. Un ligero rubor emergió en las pálidas y mayormente inmutables mejillas de la chica. ─ Bueno... Solo porque eres tú. ─ Bromeó un poco. Con él, las sonrisas no le resultaban difíciles de dibujar, y así lo hizo mostrando una pequeña sonrisa cálida para la fotografía, no sin antes abrazarse al castaño.

— Prácticamente eres una robacunas.~— Siguió con la broma de la peliverde, aunque por un momento realmente esa posibilidad cruzó por su mente. La mortalidad era algo ajeno a su amada señora, mientras él se marchitaria con el paso de los años... Aún era demasiado pronto para pesar en ello y fue la caricia en su mejilla la que hizo olvidar la lúgubre idea.
—¿Un álbum lleno de una vida a tu lado? Suena maravilloso...— Correspondió al susurro refregando su rostro en la gracil mano de la peliverde.

—Será un álbum muy grande... Quizá deberíamos empezar ahora.~— Él era más un hombre anticuado, pero la promesa de una vida a su lado le entusiasmo lo suficiente para buscar su teléfono celular y poner la cámara frontal para una selfie. Abrazó a la joven, acercándose a ella para enmarcarlos a ambos.

— Más le vale sonreír... Odiaría que nuestra primer foto sea con una anciana de rostro amargo. ~

Lo pensó por unos instantes. Estuvo a punto de cometer lo que creía un error. Ella podía darle la inmortalidad, como hizo en su momento con Lelouch, pero sentía que eso sería condenarlo al mismo sufrir del que ella había estado intentando escapar desde hacía ya mucho tiempo. Así pues, optó por decir algo distinto. ─ Bueno... Entonces los demás pensarán que me gustan mayores, aunque sea al revés.~ ─ Y la pequeña sonrisita juguetona la delató. Una vez más, ahí iba con sus peculiares comentarios.

Soltó solo una de las manos ajenas, y usó la propia para pasearla por la mejilla del castaño en una caricia cariñosa y devota. Entonces, le susurró. ─ Serás el anciano encantador al que me gustará mostrarle los álbumes que rellenamos con experiencias y esos detalles tan agradables a lo largo del tiempo.

Su tacto siempre era cálido y delicado. El castaño se había encariñado con ella tan rápido que aun esa clase de gestos se quedaban muy grabados en su memoria. —Te lo recordaré siempre que lo desees, mi señora.

El apretón de sus manos le arrancó un suspiro ahogado. Usualmente tenían detalles muy sutiles uno con el otro, incluso sus besos eran recatados y respetuosos, así que un poco de intensidad era algo inusual.
Las palabras de la peliverde encerraban algo más, algo que provocó un ligero rubor en la expresión de Ignis. —¿Los proximos años? ¿Y qué pasará cuando sea un hombre anciano y desagradable y tú sigas siendo la misma encantadora mujer?

Lo miró con fascinación. A pesar de no haber vivido un cuarto del tiempo que vivió ella, era un chico realmente sabio y experimentado. La buena fé en las acciones que le dedicaba a ella la enternecía, y le iluminaba cada vez un poco más aquel corazón suyo que había enterrado tiempo atrás.

Entrelazó con suavidad sus manos, correspondiendo aquel beso que esta vez él propició. Se daba cuenta de que sus labios sabían más dulces que la última vez, y eso solo podía significar una cosa. ─ Había olvidado esta sensación... Gracias por devolvérmela. ─ Comentó primero, dando un leve apretón a las manos ajenas para después agregar. ─ ¿Sabes? Me encantaría que llenaras mi vida de esos pequeños detalles los próximos años. Y yo llenar la tuya de otros tantos.~

Los momentos malos suelen superar a los buenos, y la única forma de sobrellevarlo es llenarnos de pequeños momentos, detalles que parecen insignificantes pero que dan la alegría que necesitamos para salir adelante.

-Las manos de Ignis tomaron las de ella y se inclinó un poco para devolver aquel beso que ella le regaló, un poco más lento y marcado, pero igual de dulce que su sonrisa.-

No puedo arreglar tu pasado... Pero puedo llenarte de esos pequeños detalles y así quizá los días no sean tan grises... Agradezco que me dejes ser quien se preocupa por ti...