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IgnisScientia · 31-35, M
Su tacto siempre era cálido y delicado. El castaño se había encariñado con ella tan rápido que aun esa clase de gestos se quedaban muy grabados en su memoria. —Te lo recordaré siempre que lo desees, mi señora.
El apretón de sus manos le arrancó un suspiro ahogado. Usualmente tenían detalles muy sutiles uno con el otro, incluso sus besos eran recatados y respetuosos, así que un poco de intensidad era algo inusual.
Las palabras de la peliverde encerraban algo más, algo que provocó un ligero rubor en la expresión de Ignis. —¿Los proximos años? ¿Y qué pasará cuando sea un hombre anciano y desagradable y tú sigas siendo la misma encantadora mujer?
El apretón de sus manos le arrancó un suspiro ahogado. Usualmente tenían detalles muy sutiles uno con el otro, incluso sus besos eran recatados y respetuosos, así que un poco de intensidad era algo inusual.
Las palabras de la peliverde encerraban algo más, algo que provocó un ligero rubor en la expresión de Ignis. —¿Los proximos años? ¿Y qué pasará cuando sea un hombre anciano y desagradable y tú sigas siendo la misma encantadora mujer?
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