El castaño sonrió apenas, con la misma malicia que las acciones de la fémina habían robado instantes atrás. Se inclinó hacia ella, quedando peligrosamente cerca. La caja de pizza terminó a un lado pues no había mucha distancia entre ellos. La mirada con matices celestes de Ignis estaba fija en el rostro de su señora. De a poco acercó su mano al rostro de la peliverde y con su pulgar quitó un poco de queso que había quedado en la comisura de sus labios. No escatimó siquiera un poco en delinear el contorno de sus rojizos labios llenos de vida. No era necesaria la alevosía, pero a veces él también disfrutaba un poco de maldad. Al final, con el pequeño trozo de comida en su dedo, se alejó con lentitud para volver a su lugar. —Tambien a usted le
sienta bien ...~

Se llevó el pulgar a la boca para comer la recompensa que había robado del rostro de la doncella. Una fingida sonrisa de inocencia se dibujó en Ignis, esperando que aquella sutil pero intensa venganza fuera suficiente.