—¿Atrevido? Pensé que a mí señora no le gustaría tener algo pegado en su rostro... Y estoy totalmente en contra de desperdiciar comida. Creo que fue la mejor elección.~— Incluso a pesar de él rubor en el rostro ajeno, lejos de alejarse, su maestra terminó muy cerca de Ignis. Lo suficiente como para sentir el típico aroma de su abundante cabellera esmeralda.
Escuchó su petición y lejos de molestarse le ofreció el hombro para que descansara a placer.

—Oh... ¿En serio? Sé que puede hacerlo mejor que eso...— Ignis se hechó un poco para atrás para luego llevar la cabeza de la fémina a su regazo y que usara sus piernas como almohada. Con su típica y suave sonris, buscó un trozo de pizza y la sostuvo sobre los labios de la chica. Alimentandole como toda una diosa egipcia. Sabía que no se negaría, así que a pequeños mordiscos fue compartiendo con ella la rebanada.

—¿Le molesta que sea atrevido? Quizá a veces soy algo infantil...

... Eres un queso tonto. ━ Sonrió, al borde de la risa al verlo reír a él así. Una vez le vio aquel pequeño y temporal gesto de berrinche, este estuvo a punto de servir para que se relajara y olvidara todo pudor, pero la cercanía repentina del chico lo evitó.

Sus mejillas recobraron el color, mientras observaba con atención a su contrario. Para su sorpresa, encontró que no sabía bien qué hacer en esa situación, a pesar de todos sus años de existencia. Definitivamente no había usado su larga vida para entrenar su vergüenza en el ámbito de la coquetería. ━ Jm... Muy atrevido para ser mi sirviente. ━ Comentó al inicio, y movió sus caderas para deslizarse sobre el sofá, logrando así quedar sentada más cerca del castaño. ━ Tendrás que servirme de colchón en compensación. ━ Dicho eso, apoyó su cabeza en uno de los hombros ajenos.

El castaño sonrió apenas, con la misma malicia que las acciones de la fémina habían robado instantes atrás. Se inclinó hacia ella, quedando peligrosamente cerca. La caja de pizza terminó a un lado pues no había mucha distancia entre ellos. La mirada con matices celestes de Ignis estaba fija en el rostro de su señora. De a poco acercó su mano al rostro de la peliverde y con su pulgar quitó un poco de queso que había quedado en la comisura de sus labios. No escatimó siquiera un poco en delinear el contorno de sus rojizos labios llenos de vida. No era necesaria la alevosía, pero a veces él también disfrutaba un poco de maldad. Al final, con el pequeño trozo de comida en su dedo, se alejó con lentitud para volver a su lugar. —Tambien a usted le
sienta bien ...~

Se llevó el pulgar a la boca para comer la recompensa que había robado del rostro de la doncella. Una fingida sonrisa de inocencia se dibujó en Ignis, esperando que aquella sutil pero intensa venganza fuera suficiente.

—El mundo no sabría qué hacer con dos como usted, mí señora.— La malicia desbordaba en las palabras de Ingis. Aún si los cristales de sus anteojos atenuaban sus expresiones, una pequeña sonrisa ladina se dibujó a medida que se iba acostumbrando al pudor inicial. Quizá era el hecho de saber que la cara de póquer de la peliverde no era inquebrantable. — Oh... ¿Así que primero era un tonto y ahora soy un queso? Bien, vamos mejorando...— Una pequeña risa escapó de sus labios mientras compartía aquella pizza. El índice de la fémina evidenció el rubor en su mejilla mientras estaban infladas porque tenía un bocado de comida. Entrecerró los ojos con un pequeño puchero que le daba aspecto infantil, pero no duró mucho.

Por fortuna, le dio tiempo a acabar aquella primera rebanada antes de las últimas palabras del castaño. Le miró de soslayo por un momento, intentando, en vano, detener el aumento en el rubor de su propio rostro. Por fortuna, al parecer el rostro de él estaba aún peor en ese aspecto. ━ Por supuesto. Hay muchas pizzas como esta, pero no hay otra como yo. ━ Podía sonar egocéntrico dicho comentario, pero era más bien realista, era universal que cada ser en el mundo era irrepetible. ━ Siento que tú eres como este queso. Capaz de suavizarlo todo.

Oh, y... te sienta bien. ━ Con una de sus manos, picó muy suavemente una de las mejillas ajenas, evidenciando que se refería al rubor ajeno.

Escucharla decir eso fue el colmo. Su usual e intachable porte fue marcado por un fuerte rubor en todo el rostro. Tuvo que toser para no quedarse con un trozo de comida a mitad de la garganta. Se puso de pie y fue hasta el sofá, sentandose junto a la joven. Tomó un trozo de pizza y mordió apenas un poco.— Pues el color verde lo comparten... Y se puede sentir el sabor picante, oculto entre el sabor suave del queso... — Probó otro poco sin mirar a la joven. No quería darle el gusto de regodearse y menos deseaba quedarse de brazos cruzados.—Es bueno... Pero apuesto a que mí señora sabe mejor...

Ella, una vez sentada en el sofá con la caja de pizza sobre las piernas, tomó una rebanada y comenzó a comer. Cuando llevaba la mitad, volteó a ver al castaño, encontrándose con aquella escena. No pudo evitarlo, de inmediato sonrió y seguidamente rió un poco. ━ Que adorable.~ ━ Comentó en primera instancia. Después, palmeó a su lado en el sofá. ━ Ven. Si no comes conmigo, es aburrido. ¿No quieres ver qué sabor tengo? ━ Al contrario de anteriormente, usó las palabras ajenas para molestar un poco al castaño. Era capaz porque era ella misma quien las decía. Si salían de boca del chico, tal y como se había visto, le costaría más reaccionar calmadamente.

Pudo notar el rubor en su rostro. ¡Lo había notado! El castaño soltó un ligero suspiro, pero su cuerpo lo traicionó. Incluso debajo de sus cristales, pudieron verse unos pómulos ligeramente sonrojados. Al final, la peliverde tomó la caja de pizza y se la llevó consigo de forma precipitada. Ignis no objetó al respecto. Aquella reacción compartida los hizo cómplices.
Un pequeño jalapeño cubierto de queso se quedó sobre la mesa por el arrebato de la joven. Ignis lo miró por largo rato, pensativo. Tragó un poco de saliva y aún con el rubor en el rostro, lo tomó y se lo comió discretamente a pequeños mordiscos.- ...

El momento de abrir la caja pareció tener un efecto en C.C similar a abrir la caja de Pandora. El vapor que emanaba y el olor que a este acompañaba hicieron a la peliverde acercarse sin demora, cautivada por la comida y por los ademanes del castaño. ━ Lo sé bien, sé que no te gus-... ━ Costó un poco que su cerebro procesara erróneamente esa frase. Al fin y al cabo, no había sido intencionado su doble significado, pero ella lo tomó. El leve rubor regresó a sus mejillas, pero esta vez reaccionó más "arisca". ━ Es mía. Toda. ━ Así, tomó la caja con la pizza y se la llevó hacia el sofá. (?) Todo era por esconder su vergüenza, nuevamente de forma torpe e ineficiente.

—No es algo que me digan con frecuencia. Pero sí, puedo serlo a veces.— Pagó y despidio al repartidor como era debido. Siguió a la joven con la mirada y puso la caja en la barra del hermoso comedor. Abrió la caja y un ligero vapor inundó el lugar. El castaño recargó uno de sus codos sobre la mesa para poder apoyar el mentón en la palma. Señaló con caballerosidad a la tentadora pizza. Jamás tomaría bocado antes que su señora.— No deberías acostumbrarte... No opino bien de la comida rápida. Pero está pizza se parecía a usted y tenía que probarla. — Sus ojos se abrieron un instante por la sorpresa. Repasó las palabras en su mente y aquello podía malinterpretarse bastante. Esperó que ella no lo notase y desvió la mirada al cupón de descuento que venía pegado en la caja.— ...