—No es algo que me digan con frecuencia. Pero sí, puedo serlo a veces.— Pagó y despidio al repartidor como era debido. Siguió a la joven con la mirada y puso la caja en la barra del hermoso comedor. Abrió la caja y un ligero vapor inundó el lugar. El castaño recargó uno de sus codos sobre la mesa para poder apoyar el mentón en la palma. Señaló con caballerosidad a la tentadora pizza. Jamás tomaría bocado antes que su señora.— No deberías acostumbrarte... No opino bien de la comida rápida. Pero está pizza se parecía a usted y tenía que probarla. — Sus ojos se abrieron un instante por la sorpresa. Repasó las palabras en su mente y aquello podía malinterpretarse bastante. Esperó que ella no lo notase y desvió la mirada al cupón de descuento que venía pegado en la caja.— ...