Todas las mañanas apenas al despertar buscaba mi reflejo en el espejo y arreglaba mi cabello. Sabía que algo de vanidad había en mis acciones, pero ¿Quien no alimenta su ego de vez en cuando?
Ahora, apenas logro llegar a tientas al tocador. Mi tacto y mi oído son mis nuevos ojos, pero con ellos no logro sentir nada más que el frió y liso cristal. Mi piel ya no es suave como antes. Las cicatrices forman pequeños bordes que sigo con mis dedos igual que una ondulante carretera en medio del desierto... Irónico... Para mirar hacia adelante, mis ojos tuvieran que dejar de ver...
Tus ojos son los míos, yo seré la que contempla la belleza que vive en ti. Mis manos son las que dirán cuanto te adora y con los labios los alabare. Si nacen nuevas heridas yo las curare con cariño y dedicación, porque cada una de ellas las ama mi corazón.
