-De todas las rarezas, esa iba a encaminar la lista ¿Duende? Esas cosas horribles... ¿En los Yermos? Mira sin disimulo a la chiquilla y pensativa baraja posibilidades.
¿Acaso es de esas amantes de lo natural que escapan a sitios desérticos a consumir drogas y alucinar? No alcanza a ver si sus pupilas están dilatadas, pero lo duda porque no arrastra la lengua al hablar.-
- Hola. -Dijo aquella adolescente de dulce rostro y exótica vestimenta.- Cham Cham... -Agregó mencionando su nombre, siempre mostrando ese rubor en sus mejillas y el dulce gesto que se dibuja en su rostro.- Disculpe ¿usted ha visto a un duende? -Preguntó por último, curiosa y con infinita paciencia a obtener respuesta.-
-Ninguna extrema precauciones para esconder la presencia de la otra así que ¿para qué fingir sorpresa? Saben que están ahí, así como están los animales, insectos y malos presagios.
Es raro, sí. Ver a alguien andando por las orillas de los Yermos, sin embargo ¿A ella qué le importa? No son de nadie. Vuelve las atenciones a sus cosas: limpiar y dar mantenimiento a la propia armadura, encorvada sobre las piezas del brillante rompecabezas. Le había llevado más tiempo de lo esperado, sueños raros. Ni siquiera lleva el yelmo, raro pero necesario, el frío viento ayuda.-
-Penumbra y silencio extremo reina en aquel páramo oculto entre aquel enorme mar de árboles, mismos que son recorridos por aquella joven guerrera de exótica vestimenta en busca de respuestas y que no llegaron a su debido momento, pero la vida le dió un giro inesperado, encontrándose físicamente con una joven de extrema palidez y gran belleza.-
