—El toque proporcionado por su majestad era cálido y reconfortante, sentía que no le molestaba para nada permanecer así por largo tiempo, cerró los ojos por unos momentos, aliviada por la situacion. La majestuosa mujer que tenía en frente le hacía sentir relajada y a decir verdad no con muchas personas encontraba paz. Con cuidado se acercó un par de pasos , de esa forma podría continuar su camino al lado de Erzebeth sin retrasarla.— Oh, no diga eso, logrará hacerme sonrojar, señorita Erzebeth.— Agregó con una sonrisa amistosa y algo tímida, sinceramente rogaba que no la hiciera avergonzar, porque en cuanto eso sucedía su torpeza aumentaba inmesurablemente—