A eso la había llevado la rebeldía contra su famila, a verse envuelta con un profesor. Pero Icelyn no creía en las mentiras vacías del hombre, ni en que era la única, o en que siempre estarían juntos; ella solamente quería beber de sus labios el sabor de una efímera libertad. Ansiaba lo prohibido, buscaba la desaprobación.