Iba a responder pero ¿Cómo hacerlo? Los labios femeninos fueron apoderados por los contrario forjando un cálido y profundo beso. Suspiró por gozo en cuando las manos masculinas agarraron sus glúteos alzandola hasta la mesada, allí se apegó aún más a él.

La luz puede esperar. -Fue lo último para la conversación, la besó con profundo cariño al mismo tiempo que la tomaba confianzudo por los glúteos, para alzarla sobre la mesada, apoyándola de ahí y estar más a la misma altura. No iba a soltarla a partir de ahora.-

Ríe con ternura casi saliéndose lo chanchito. Le respondió a esa mordida gruñendo también. — ¿Deberías apagarla, no? No querrás pagar mucho luego. — Teniendo las frentes unidas, rodeando el cuello ajeno con sus brazos y estando prácticamente acorralada contra la cocina.

-Intentó hacer un ruido similar a un dinosaurio, o a algún animal que rugiera, para morderle la nariz. Al final, solo dejó la frente sobre la de ella para tenerla cerca, paseando las manos por su espalda baja.- Olvidé apagar la luz de mi habitación. -Murmuró entre risas, tanta fue su emoción que dejó todo como estaba en casa.-

Caminaba reversa hacia la cocina, chocando con algunas cosas en el camino hasta que se parte trasera choca contra la mesada de la cocina. — Heey, eso es trampa. — Mencionó entre suaves risas por la mordida en la mejilla. No iba quedarse quieta, le devolvió la mordida pero en la barbilla.

-Parecía que estaba pegado a ella, porque no la soltó, aunque a ambos les costara caminar hasta la cocina. Justo ahora ya no está tan interesado en las galletas, solo quiere molestarla un poco.- Sí, porque no fuiste muy rápida. -Cumplió su "amenaza", mordiendo su mejilla de una manera suave, pero haciendo un ruido exagerado, como si de verdad le hiciera daño.-

Abrazándolo desde el cuello, sintiéndose tan pequeña y adorada por él busco la manera de guiarlo hacia la cocina donde estaba esas galletas de arroz. — ¿Estoy en peligro, entonces? ¿De qué me muerdas?~

-Se quedó quieto, abrazándola muy fuerte, cuidando no lastimarla. Al final frotó la nariz en su mejilla como si fuera un cachorro que le pedía atención, riéndose un poco.- Ahora dime, ¿vas a darme de esas galletas? Porque si no como algo, voy a morder lo primero que encuentre.

Verlo hizo que un sentimiento igual a la montaña rosa se presente en su vientre ocasionando esa amplia sonrisa plasmada en sus labios cuáles maquilló en un tono natural similar al durazno. — No diré nada, será nuestro secreto. — Murmuró pícara siguiendo el juego. Recibió ese beso fugaz con cariño y se fundió en ese abrazo que logra hacerla quedar en puntilla de pie. — También te extrañé y mucho.

-Tuvo que recuperar aire antes de hablar, así que compensó la pausa sonriendo ladino, guiñándole de manera pícara.- No le digas a mi novia que estoy aquí. -Susurró cerrando la distancia entre ambos para acercarse y robarle un beso rápido, antes de abrazarla muy fuerte, encargándose de cerrar la puerta.- Te extrañé.