Solo asintió con su cabeza, mientras mantenía un nudo en la garganta. Tenia que ser fuerte, sobre todo en estos tiempos, quizá en un futuro podría compartir con su progenitora como acostumbraba a hacer antes de comenzar a torcer su destino.
Se alejo del lugar levantando su mano en señal de despido, mas no miró hacia atrás, desapareciendo entre los edificios.

Sentía que el corazón se le rasgaba cuando percibió que Izuku comenzaba a alejarse. Intentó resistirse a lo inevitable, contenerlo entre sus brazos sólo un segundo más, pero ya sabía que era imposible. Supo lo que iba a pasar esa noche desde el momento en que salió a buscarlo. Encontrarlo ya había sido recompensa suficiente.

—Sí... Lo entiendo, Izuku... Mamá te ama, lo sabes, ¿verdad?

Limpió su rostro con si antebrazo. Sonrió lo mejor que pudo para despedirlo.

—Estaré esperando cada día... Cuídate...

No podía soltarla, quería estar así por lo menos unos minutos mas, pero una parte de él quería volver a ser como antes y así poder disfrutar de esos días en los que era feliz pero no lo sabía; pero otra parte sabía que debía cumplir su deber. De alguna manera su destino estaba decidido y anclado con su sueño, no podía titubear ahora.

— Mamá... Se que es mi sueño... Y es por eso que no debo mirar hacia atrás, tu apoyo es algo incondicional para mí...

Estuvo un momento mas apegado a su madre, para luego separarse. No quería que alguien los viese juntos, lo ultimo que quería es que su madre corriera peligro. Limpió sus lagrimas y se puso su capucha.

— Tengo que irme... Volveremos a vernos... ¡Estoy seguro!

—Izuku...

La verdad era que también estaba resistiendo con todas sus fuerzas el impulso de llorar. No quería ser una carga, una preocupación. Pero parecidos como eran, ambos estaban embotellándolas, y ambos fueron incapaces de contenerlas.

—Te extraño también... Todo esto es muy difícil, p-pero... pero es tu sueño, ¿verdad? —lo había abrazado con tanta fuerza como pudo invocar, cual fuese a desaparecer en el momento en que dejara sus brazos. Entre los desagradables aromas de la ciudad, la sangre y esa guerra personal suya, ahí seguía esa esencia inconfundible, el aroma de su hijo que llevaba impreso en su memoria.

—Mi bebé... —sollozó, temblando en los espasmos propios de un tórrido llanto. Había roto esa promesa que se hizo a sí misma, no pudo evitar romperse.

— O-Okaasan... No debes preocuparte tanto, te aseguro que intentaré no meterme en problemas... — Obviamente él sabia que eso era casi imposible con al ser el actual foco de la liga de villanos.

—Te he extrañado... Necesitaba ver a alguien que da seguridad en mi... Te quiero... — Intentó aguantar las lagrimas, pero en el momento que se abalanzó a abrazarla soltó lagrimas sin hacer sonido alguno.

—Izuku... Sé que no puedo detenerte, este es tu sueño y no es justo que yo... —apretó las manos a la altura del pecho, la angustia que le apretó la garganta le obligó a pausar por un momento. Suspiró antes de seguir hablando.

—Uhm... sólo... ten mucho cuidado, ¿sí?