Al oír a la contraria no le importó su mala disposición, comenzó a buscar como loco en su morral su cuaderno seguido de una pluma. Cuando los encontró se los extendió con sus manos tiritando y su cara con una gran sonrisa y sus ojos llenos de emoción.

— ¡M-Mirko-Sama! ¡Un autógrafo! ¡PORFAVOR! —

Entonces por fin su psique se calmó un momento y se percató de los cuerpos que llevaba en su hombro. No era el mejor momento para pedir algo como eso. Además él se encontraba patrullando por la zona. Arqueó su cuerpo en forma de disculpa y guardó sus cosas de vuelta.

— ¡Lo siento Mirko-Sama! Y-Yo... ¿Esta herida? ¿Necesita ayuda? M-Me encuentro patrullando esta zona. ¡Mi agencia dijo que si pasaba algo relevante se los avisara inmediatamente! —