— Devota soy a tus labios a cada palabra que evocas desde el alma, la llama que arde en mi corazón te pertenece hoy y siempre, que la intimidad de nuestros cuerpos se encuentre una y otra vez cada noche, eternamente fiel hasta que mi que mi cuerpo se convierta en cenizas,Me iluminas cada mañana, coloreas todos mis días, por eso te dedico estas palabras, te quiero vida mía.
. . . El más sincero susurro debajo de las sombras puede alcanzar el inhóspito quejido atrapado de tus labios, es uno en especial que alberga el exclamar de nuestras almas por la perdición de ceder a la pasión, no tenemos la culpa ni la incomodidad de que seamos confidentes de cada intimidad que tengamos, quizás repliquemos lo de otras épocas o solo es la continuación del capítulo de cada noche bajo el sesgo de nuestro amor, Kaoru. . . — Son las palabras pronunciadas en la corta distancia casi inexistente entre ambos rostros, enardecidos por la sugerente cercanía. —
