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Sc1558098 · M
— ¡Venga ángel, te estás tardando demasiado! — Exclamó el demonio de rubios cabellos mientras esperaba a su contrincante quien se amarraba el pelo. Cualquiera que los viera se horrorizaría y los acusaría de amistad, pero la realidad era muy diferente. Tras encontrarse en contadas ocasiones, muchas veces terminando en pelea, un acuerdo se formó entre ellos. Era casi como si fueran compañeros de entrenamiento. Satanachia aprendía de los métodos angelicales para después actualizar al ejército con cómo defenderse e Ivar analizaba los movimientos y estrategias del Gran General. Era peligroso para ambos, era como caminar en una cuerda floja. En cualquier momento la natural enemistad entre sus especies podía estallar y causar que alguno decidiera acabar con el otro, pero por suerte aquello no sucedía aún.
Este día les tocaban espadas. La palma de la mano del Gran General rodeaba en su totalidad la empuñadura de una de las espadas más comunes que tenía: una de hierro, escogida específicame
Este día les tocaban espadas. La palma de la mano del Gran General rodeaba en su totalidad la empuñadura de una de las espadas más comunes que tenía: una de hierro, escogida específicame
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