—¿Por qué no? En una pelea de ese tipo generalmente alguien termina siempre muerto. ¡Lo cual es bueno para la funeraria! ¡Todos ganamos!— Exclamó prácticamente saltando de la silla y avanzó hasta el escritorio de la asesora, apoyando sus antebrazos sobre él para inclinarse.

—¿Terminamos? ¿Podemos ir ya por helado? He escuchado que han abierto una tienda nueva en el centro de Liyue... ¡Y después podemos ir a comerlo junto a la cascada! Y luego, quizás, a recorrer el campo en busca de algo interesante.~— Con actitud un tanto infantil insistía. La realidad era que le emocionaba estar con ella. Zhongli era demasiado serio como para divertirse un poco, y Hu Tao nunca antes había tenido una amiga de verdad.