—¿Por qué no? En una pelea de ese tipo generalmente alguien termina siempre muerto. ¡Lo cual es bueno para la funeraria! ¡Todos ganamos!— Exclamó prácticamente saltando de la silla y avanzó hasta el escritorio de la asesora, apoyando sus antebrazos sobre él para inclinarse.
—¿Terminamos? ¿Podemos ir ya por helado? He escuchado que han abierto una tienda nueva en el centro de Liyue... ¡Y después podemos ir a comerlo junto a la cascada! Y luego, quizás, a recorrer el campo en busca de algo interesante.~— Con actitud un tanto infantil insistía. La realidad era que le emocionaba estar con ella. Zhongli era demasiado serio como para divertirse un poco, y Hu Tao nunca antes había tenido una amiga de verdad.
Pero Yanfei concentrada en su trabajo solamente elevó ligeramente su comisura en un tic apenas perceptible. No era el mejor momento, el comerciante miro extrañado a la asesora y después continuó explicando. La directora había prometido guardar silencio. El tema se alargó por unos minutos más y una vez todo aquello llegó a un acuerdo para comenzar con su caso, estrecharon manos y el comerciante se retiró. Respiró profundamente y después se giró hacia ella cruzando sus brazos. — No puedo ofrecer cupones para los enemigos de mis clientes. —
—¡Prometo que seré tan silenciosa como un muerto!— Prácticamente corrió para arrojarse sobre el asiento que ella le indicaba y se quedó muy quieta, con las manos sobre los muslos, aunque se veía por demás impaciente.
—Yanfei...— Dijo bajito, después de un rato de no soportar estar callada, interrumpiendo a la asesora que estaba hablándole a un hombre sobre su negocio. —Dile que si quiere podemos darle cupones para sus enemigos...— En una afrenta por dinero, sabia que siempre encontraría buenos clientes.
—¿Mirar?— Vaya que la directora resultaba ser todo un personaje, esto de las leyes para otros resultaba aburrido, para Yanfei toda su vida y la directora pedía ver cómo atendía a sus clientes antes de tomar sus casos. Si que era peculiar. — De acuerdo, pero toma asiento aquí y no digas ninguna palabra. — no sabía si lo que estaba haciendo sería buena idea.
—¿Puedo mirar?— Hu era distraída, como una niña curiosa miraba los estantes llenos de libros en ese despacho, pasando su índice sobre ellos. También le daba curiosidad verla trabajar, esperaba accediera. Con seguridad haría lo mismo por ella, jamás se negaría a que la mirara embalsamar un cádaver.
Últimamente la directora se pasaba por su despacho con mayor frecuencia y aunque eso era agradable para salir de su rutina algunas veces sus tiempos no resultaban ser los mejores. — ¿Podrías esperar a que termine con un cliente...o dos? —
