—Se que lo harás — Retiro su mano y sonrió para él, ese fuego que ardía en su ojos le recordaba el pasado y el destino al que los hombres se someterían por aya acciones —

Iré a reclamar a la fuerza si es necesario, lor jardines más bellos de la tierra para ti. -Sonrió emocionado de pensar que podía volver a aplicar la conquista con brutalidad, sin embargo, el remolino violento se apaciguo un instante ante la caricia de su madre. Aunque de temperamento fuerte como ella, la cercanía maternal lo ponía ligeramente de buenas.- Y entonces será su fin.

—En parte, hay algunos jardines aquí, pero no igualan la belleza que tenían los de antaño, debo trabajar en ellos — Acerco la diestra al rostro ajeno y le dejó una breve caricia, el entusiasmo en el rostro ajeno era evidente y eso de algún modo le alegraba — Se que lo harás, sus errores y ambiciones los llevarán a ti muy pronto —

¿Anhelas tus jardines? -Sabía que en otro tiempo, en los aposentos destinados a la deidad, se encontraban jardines hermosos... Que a veces pagaban la furia de los celos.
Al escucharla, no hizo otra cosa que sonreír esperanzado, deseoso por salir al campo de batalla.- Estoy ansioso de ir y aplacar con muerte y mano dura a los mundanos.

—Me imaginé que algo si te había traído aquí, esta nueva era es una oda a Eris, por lo que pronto lo será también para ti, los humanos no suelen aprender del pasado, aún que tampoco nosotros — Dejo de mirar por un momento afuera y volvió su vista a su hijo—

No mucho en realidad, vine siguiendo el rastro inconfundible de Eris. -Confesó por primera vez, quién mejor para escuchar sobre ello que su madre. Confuso, miró hacia la ventana, buscando aquello que tanto llamaba la atención de la mayor.-

—Me alegras la tarde con esas palabras— Le siguió con la mirada hasta que se acomodo a su lado, para luego volver su vista a la ventana— ¿Tiene mucho que has llegado aquí?

No creí que diría esto, pero es... Bueno, verte por aquí. -Fuera de Afrodita, no era para nada diestro al momento de expresar sus emociones. Se acercó a su madre, dejándose caer junto a ella para sonreír.-

Giro su cabeza levemente para ver al dueño de aquella voz, una suave sonrisa curvo sus labios justo antes de responderle— Lo mismo puedo decirte, luces muy apuesto, querido mio—

Madre. -Anunció su entrada a los aposentos privados de la diosa, observándola con un temple ligeramente suave.- La modernidad te ha sentado bien.