— ¿Allí no?... pues tendré que esconderlo en algún lugar... dentro de tí. — Dijo aproximando los labios a uno de los oídos de su mujer, dónde sugirió con aquel tono de voz bajo y cálido, hasta el punto que su aliento realizaba contacto con el contorno de la oreja, no pensó en ningún momento soltarle de inmediato del agarre, pues sus manos tenían trabajo por hacer, partiendo con el simple hecho de acaparar toda la curva del trasero contrario en un masaje pervertido y directo a la luz del día. — Vas a tener que elegir dónde ocultar a este dragón furioso... debajo... — Mencionó adicional cuando su órgano sexual se presionó contra el vientre bajo ajeno.