Tomó la regadera en sus manos con el fin de darles un poco de agua eh intentar recuperar la calma, que en aquel momento parecía haberla abandonado.

— Estaba lista para sacarlo de aquella bañera, podía escucharle hablar hasta que su mano fue tomada, aquellas palabras parecieron romperle el corazón, las lágrimas escaparon por si solas de sus ojos, eh intentó sonreír pero le fue imposible, su mano se elevo dando una abofeteada en aquella mejilla apretando sus labios más que molesta— No vuelvas a decir una mierda como esa, como puedes pedirme algo así, tenemos mucho camino que recorrer —Sus labios temblaron un poco y estas se posaron sobre sus mejillas, intentando detener sus lágrimas— Que le diré a nuestro hija, que le contaré a nuestro hijo... —Posó sus manos sobre su vientre, quería darle la noticia mañana en su día especial, pero estaba herida ante tales palabras egoísta— No vuelvas a decir algo así, si ya estás bien para hablar mierdas como esas vístete y venda tus heridas —No dudo en levantarse de su lugar y caminar fuera de aquel baño con la intención de ir al jardín, cuando llegó a este miró las rosas con curiosidad, sin duda

— Uhm.. ray-os.. estoy.. muy cortado. — Si bien logró en la batalla utilizar las escamas contra muchos sablazos, pasarían la cuenta en determinado momento, es probable que exisitera cierta debilidad en los dragones, pero no ese día para ser revelado, no obstante con la perdida de sangre aún le costaba asimilar la situación, la bañera iba tornandose roja como el mismo color de una flor de rosa, tan solo faltarían los petalos, incluso la temperatura del agua se tornaba más tibia de lo normal, un baño caliente en su propia sangre que se mezclaba con el otro liquido. — Eran un ejercito.. creo que realmente quieren darnos caza. — Los ojos ámbar del dragón estaba un tanto apagados, buscó tomar la mano de su amada esposa, sujetó esta entre sus dedos para besarle allí mismo en los nudillos. — Te amo, si muriera algún día, no dejes de ser feliz. —

—Iremos a casa, te daré un baño, curare tus heridas y vendare —Dijo decidida, cerró sus ojos dejando que aquellas enormes alas de color blanco hicieran presencia desde su espalda al igual que su cola que se manifestaba desde su parte baja, con fuerza tomó a su pareja entre sus brazos y así elevar a los cielos con el fin de volver a casa, no tenía tiempo que perder su mirada de un notorio rojo carmesí se veía más decidida de lo normal, al llegar luego de unos minutos se adentro a la mansión llevándolo directamente al cuarto de ambos y así adentrarse al baño para dejarle tendido en aquella tina. Su forma dragón desapareció dejando a la simple mujer que era, quitó aquellas ropas sucias las cuales tiró en el piso comenzando a llenar la tina con el agua caliente— Vez ya estás en casa —Tomó aquel paño comenzando a limpiar las heridas lentamente y con cierto cuidado— Te amo Hiromitsu — Su voz parecía quebrarse con sólo verle de aquel modo.

— ... — Ante la pérdida de sangre, su conciencia deambulaba entre la realidad y sus pensamientos, miraba al vacío pese a que fue sujetado por Loveless, los cortes eran en diferentes lugares de su anatomía, la batalla no fue díficil en el sentido de contrincantes, si no que el tiempo y cantidad determinó su agotamiento como también el efecto mismo de los daños por varios días. — ¿..Uh? .. —Giró su cabeza en dirección a la imagen nublada de la femina, lograba reconocerla entre el aroma a sangre ¿era ella sin duda? ¿lo iba a salvar? ¿o solo estaba teniendo ilusiones producto de condición? Hiromitsu trató de reponerse con esfuerzo, tosiendo por sus labios más sangre que se había coagulado en la garganta. — Qohhg... —

— Hiromitsu!! — No pudo evitar mirar el campo de batalla, habían personas muertas por todos lados, sangre y sobre todo órganos, a simple vista parecían cazadores se acercó a su esposo tomando a este entre sus brazos intentando mantener la calma— Ya estoy aquí ¿Qué ah sucedido? Necesitas curaciones, Hiro.... ¿Me escuchas? — Preguntó llena de angustia no dudo en rasgar su vestido dejando a la vista sus piernas presionó la herida más grave con aquel trozo de tela sin desviar la mirada.