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Qué privilegio estar a solas. Ella, su montura, la nada. Nada que la improtunara, ningún sonido más que los grillos y el viento. Quizás era algo que extrañaría de esa carrera, la insignificancia de su persona en ese amplio paraje imponente a su alrededor. Allí podría encerrarse en su cabeza, cerrar los ojos y volver a repasar paso por paso el peso de su alma, sus pecados. Nunca se permitirá olvidar, no merecía tal favor.
 
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HotPants · 31-35, F
Despertó de su distracción. Giró la cabeza para ver al rubio aproximarse y no pudo evitar negar varias veces.

— Diego, este país es inmenso... Y terminamos en el mismo punto. —

Regresó la vista a la fogata, igual no le había pedido que se marchara.
 
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