-Se quedó de pie fuera del local, observando a la gente pasar sin interés alguno en su entorno. ¡Cómo deseaba alguien con quien hablar! Antares era un poco salvaje y brusco. Sin cuidado al expresarse u opinar.

Era insensible, pero siempre sabía qué decir y era directo al preguntar.

A la pregunta de Arash, sintió un escalofrío, pues era justamente lo que había recordado sobre el pelirrojo: había sido directo.

Tragó saliva y se recargó en el muro de piedra del local del herrero y lentamente fue mostrando su mano izquierda, mostrándole una marca brillante como si hubiese sido grabada con lava, aún emanaba calor y brillo debajo de la piel herida.

—Runas de contención... —Dijo ella mientras le mostraba una de estas con un la forma de un lazo cruzado desde el dorso de la mano hasta el antebrazo.

—Hace unos meses... bueno... algo me ocurrió... y desde entonces, mi luz se desborda y... eso... —No se atrevió a decir más, pues la primera vez, provocó una catástrofe.-