-Se quedó quieta al sentir el roce en su mejilla. No podía dejar de sonreír, estaba emocionada.

Antes de encontrar a Rhett, se sentía apartada del resto del mundo. Sentía que si hablaba a la ligera de su naturaleza, la gente huiría de ella y le temería, después de todo, los dragones eran responsable en gran medida, de la destrucción de algunos poblados desde hace siglos y aunque su familia tenía la facultad de vivir como humanos durante décadas, no faltaba uno que otro que perdía el control y terminaba con la destrucción de un poblado o dos.

Suspiró relajada, tranquila y finalmente le respondió.

—No, tú eres increíble. No eres como el resto —afirmó ella.

Se dejó abrazar a lo que este terminó por reír ante la presentación para luego afirmar.

—Rhett el samurái del mar. El placer es todo mío, Tesorera-chan.—

Le puso ese apodo, pero solo sería un chiste local entre ambos para después tocarle una mejilla y acariciarle.

—Eres increíble.

-Sonrió ampliamente al darse cuenta que Rhett había entendido perfectamente lo que Hikaru había intentado explicar.

Posó la mano diestra sobre el papel y la pluma y negó rápidamente con la cabeza.

—No voy a comerte! —Y emocionada, lo abrazó del cuello. Estaba encantada, no había histeria, ni reclamos, su jefe era amable y bueno. No podía haber hecho una mejor elección que unirse a su gremio. Luego de unos instantes lo soltó y le estrechó la mano tras quitarle el papel y la pluma

—Hikaru Seiryu, Dragón dorado de Luz. —

—¿Ya es parte del gremio?—

Ladeó la cabeza atando los cabos solo puedo pensar en ella por lo que sacó un papel en blanco y una pluma.

—En ese caso, tenemos que hacer el acuerdo de no comerme. ¿No?—

Tras decir eso volteó a verle y su seriedad volvió a desaparecer tan pronto como estaba, le regaló una sonrisa tranquila y confiada.

-No podía evitar sonreír, mordiéndose de nuevo el labio inferior mientras se acomodaba sobre la banca para mirarlo de frente.

El corazón golpeaba con fuerza contra su pecho, emocionada y nerviosa por lo que estaba a punto de hacer.

—¿Y si te dijera que... ese dragón ya está en el gremio? —

—¿Oh? Pues, tendré que ir preparando el papel para hacer el acuerdo... También tengo que ver si puedo traerle al gremio y además si tiene alguna forma de ocultarse, ya que si los clientes vienen y ven un dragón en todo su esplendor, seguramente tendríamos el mismo número de trabajos que tenemos ahora... Cero.—

Al notar como hablaba se percató que ella hablaba en serio por lo que se puso un poco más serio, pero seguía siendo tan despreocupado como siempre.

-Con esa expresión emocionada, Hikaru se mordió el labio inferior mientras meditaba los pro y contra de decirle a Rhett la verdad sobre sí misma. Miró al frente y tras soltarse el labio, se comió el resto del chocolate de un bocado y mientras lo masticaba, se fue armando de valor.

—Bien... ¿y si te dijera que... hay manera de que puedas hacer dicho acuerdo con uno? —

—Claro, mientras lleguemos al acuerdo de que no me coma. Todo está bien.—

Y sí solo soltó una carcajada mientras que se imaginaba a sí mismo haciendo un acuerdo para que el dragón lo firme.

-Fueron sus palabras lo que le hizo darse cuenta que había hablado de más. La gente solía asustarse cuando hablaba de ella y de dragones. Sonrió ampliamente con un brillo vivaz en sus pupilas, mirando a su Rhett con emoción.

—¿De verdad contratarías a un dragón? —

—Tengo entendido que son buenos cuidando tesoros, más no sabía que los buscaban también. Necesitaré buscar un dragón para que cuide el Horizonte cuando lo consigamos.—

Si, no le importaba si incluso hablaba con un demonio, él trataba a todos como su igual por lo que simplemente afirmó con la cabeza.